- El virus de las alas deformadas (DWV) afecta a más del 60% de las colmenas estudiadas en Entre Ríos, Argentina.
- Mayor prevalencia del virus DWV en colmenas migratorias, con alta asociación a colmenas débiles.
- La transmisión del virus está ligada al ácaro Varroa destructor y el manejo apícola.
- Se logró secuenciar por primera vez en Argentina el genoma completo del DWV y del virus Black queen cell.

En los últimos años, la salud de las abejas ha despertado una preocupación creciente tanto en el ámbito científico como en el productivo. Estas pequeñas polinizadoras cumplen un papel vital para la agricultura y el equilibrio del entorno natural, por lo que cualquier amenaza que comprometa su bienestar afecta directamente a la producción de alimentos y la biodiversidad.
Una de las principales alarmas surge en Argentina, concretamente en la provincia de Entre Ríos, una de las regiones apícolas más relevantes del país. Allí, distintos equipos de investigación han dedicado sus esfuerzos a descifrar el impacto de un enemigo microscópico, pero devastador: el virus de las alas deformadas, conocido por sus siglas en inglés como DWV.
El impacto del virus de las alas deformadas en las colmenas
El DWV ha sido identificado como una de las mayores amenazas para las abejas a nivel mundial. Afecta directamente a la longevidad y capacidad de vuelo de estos insectos, provocando malformaciones en las alas. Cuando una abeja nace con las alas deformadas, apenas puede moverse y mucho menos volar, lo que reduce significativamente su esperanza de vida y termina por debilitar la colonia.
En un reciente estudio liderado por el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), se analizaron 145 colmenas distribuidas en distintas áreas de Entre Ríos. Los resultados fueron contundentes: en torno al 62% de las colmenas estudiadas dieron positivo para DWV y, en el caso particular de las apiarios migratorios, este porcentaje alcanzó un alarmante 86%, siendo estas colmenas las más afectadas y clasificadas en su mayoría como débiles.
Las colmenas estacionarias, que no son trasladadas y permanecen en el mismo lugar, presentaron menor prevalencia del virus y evidenciaron un mejor estado de salud.
Factores que facilitan la propagación del virus
El virus de las alas deformadas no actúa solo. Su transmisión puede producirse de diversas formas: entre abejas adultas, de la reina a las crías o, sobre todo, a través de un parásito clave en esta historia, el ácaro Varroa destructor. Este diminuto invasor no solo debilita a las abejas al alimentarse de ellas, sino que también facilita la entrada y diseminación del virus en las colmenas. Para entender cómo afecta este parásito y el virus en conjunto, puedes consultar el auge internacional de las abejas reina chilenas.
El estudio del INTA ha demostrado que la presencia de Varroa combinada con situaciones de estrés ambiental, mala nutrición o falta de floración aumenta la letalidad del virus, provocando pérdidas significativas en las poblaciones de abejas.
Avances científicos para la protección de las abejas
El principal avance conseguido con estas investigaciones ha sido la secuenciación completa del genoma del DWV en Argentina, algo que no se había logrado hasta la fecha. Esto permite desarrollar nuevas estrategias y herramientas para el diagnóstico, prevención y control del virus y del parásito Varroa destructor.
Se logró también identificar el genoma del Black queen cell virus (BQCV), otro agente patógeno que afecta la producción de reinas y puede influir negativamente en la renovación y fortaleza del enjambre.
Según los especialistas, contar con esta información genética facilita ampliar investigaciones, establecer protocolos de bioseguridad más eficaces y apoyar a los apicultores en la adopción de buenas prácticas de manejo. Todo ello es crucial, ya que la apicultura es una fuente de ingresos clave en muchas zonas rurales y esencial para la polinización de cultivos comerciales y silvestres.
Recomendaciones y perspectivas para el futuro
Las investigaciones destacan la importancia del manejo adecuado de las colmenas. Realizar controles periódicos del virus y del ácaro, junto con mantener una alimentación equilibrada y reducir factores de estrés ambiental, puede marcar la diferencia entre el éxito o el colapso de una colonia.
La información generada en estos estudios no solo beneficia a los productores locales, sino que aportan conocimiento útil a escala global, ya que tanto el virus DWV como el ácaro Varroa afectan colmenas en todo el mundo y representan una amenaza real para la continuidad de la apicultura y la seguridad alimentaria.
Gracias al esfuerzo conjunto de científicos, técnicos y apicultores, se están dando pasos importantes para comprender mejor los mecanismos de transmisión y los efectos de estos virus en las abejas, avanzando hacia soluciones más eficaces que garanticen la salud y el futuro de estos insectos imprescindibles.
