- El impulso de la apicultura sostenible involucra formación, innovación y compromiso local.
- Proyectos como Abejas del Moncayo y Ecoalpispa contribuyen a la biodiversidad y el desarrollo rural.
- La profesionalización de jóvenes apicultores y el apoyo institucional son claves para el futuro del sector.
- Consumir miel local fomenta la sostenibilidad ambiental y la economía de proximidad.

El papel de la apicultura sostenible está ganando terreno en distintas regiones de España y Latinoamérica, donde expertos y comunidades rurales intensifican sus esfuerzos para combinar tradición e innovación en el cuidado de las abejas. Las iniciativas que promueven prácticas responsables no solo favorecen al medioambiente, sino que también representan una oportunidad económica real para muchas familias y contribuyen a frenar la despoblación rural.
La implicación social, la apuesta por la formación y la transferencia de conocimiento forman parte de una tendencia que sitúa a la apicultura como motor de desarrollo alternativo, generando beneficios ambientales y estableciendo redes colaborativas entre apicultores, instituciones y agentes del territorio. Así, la apicultura sostenible se posiciona como una respuesta ante los retos actuales de biodiversidad y economía local.
Formación y profesionalización para una apicultura responsable
La necesidad de profesionalizar el sector se ha hecho patente en diferentes programas formativos y encuentros internacionales. En el Valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro (Vraem, Perú), por ejemplo, apicultores impulsados por la Comisión Nacional para el Desarrollo y Vida sin Drogas (Devida) participaron en un encuentro internacional dedicado al intercambio de conocimientos y buenas prácticas. El evento reunió a expertos de varios países sudamericanos, con talleres y conferencias centradas en la innovación y la resiliencia frente al cambio climático. Además, el objetivo ha sido que los productores incorporen tecnología, aprendan a cuidar mejor de las colmenas y consoliden la apicultura como alternativa económica lícita y respetuosa con la naturaleza.
Al otro lado del Atlántico, la formación también es clave. En la Escuela de la Familia Agrícola (EFA) San Bonifacio de Aristóbulo del Valle (Argentina), se imparte una tecnicatura para futuros técnicos apícolas. Los estudiantes reciben formación práctica, desde el montaje de marcos y colmenas hasta la extracción y envasado de miel, todo bajo estrictas medidas de seguridad e higiene. Esta capacitación facilita la primera experiencia laboral y profesionaliza a quienes ya forman parte del sector, convirtiendo a la apicultura en una salida atractiva y sostenible en zonas rurales.
Emprendimiento y visibilidad en el medio rural
Destacan proyectos como Abejas del Moncayo, en Zaragoza, liderado por Lucía Ibáñez Gallego y Natalia Laínez Carretero. Esta iniciativa ha sido reconocida por su labor en la defensa de la biodiversidad y la cría responsable de la abeja negra ibérica, una especie autóctona crucial para los ecosistemas locales. Además de producir miel, el proyecto apuesta por la formación, ofreciendo cursos especializados a otros apicultores y apostando por la renovación de sus instalaciones para convertirlas en un espacio formativo pionero.
Esta experiencia fue galardonada en la edición 2025 del Proyecto Bardos, que pone el foco en el emprendimiento femenino y la innovación en zonas rurales afectadas por la despoblación. Muchas de las iniciativas presentadas proceden de pequeños municipios y ofrecen empleo directo, ayudando a dinamizar la economía del territorio y a fijar población.
Abejas del Moncayo también sobresale por su compromiso en la selección genética y conservación de especies autóctonas, así como en el desarrollo de nuevos métodos de formación. Gran parte del premio recibido será destinado a crear un espacio de formación en la cría apícola, facilitando la transferencia de conocimientos y el avance del sector.
Apoyo institucional y cooperación internacional
El respaldo de organismos públicos y entidades locales es fundamental para impulsar una apicultura sostenible. Iniciativas como la del Vraem (Perú), en colaboración con gobiernos locales y otras organizaciones, han permitido a los apicultores acceder a tecnologías punteras y establecer contactos con redes internacionales. Este tipo de cooperación ha reforzado la imagen de la apicultura como una alternativa frente a economías ilegales y una herramienta eficaz para la protección del entorno natural.
Proyectos visitados por estudiantes en España, como el de Ecoalpispa en Canarias, muestran cómo abrir las puertas de las explotaciones apícolas a los jóvenes puede resultar inspirador y contribuir al conocimiento general sobre la importancia de las abejas. Charlas sobre biodiversidad, recorridos por las instalaciones y catas de miel refuerzan el mensaje de respeto al entorno y sostenibilidad.
Sostenibilidad ecológica y económica
El impacto positivo de la apicultura sostenible va más allá de la producción de miel. Las abejas desempeñan un papel esencial como polinizadoras, incrementando la salud y la productividad de cultivos estratégicos en distintas regiones, como el aguacate en la Marina Alta (Comunidad Valenciana). Según expertos locales, contar con abejas en el territorio indica una buena salud del ecosistema y prácticas agrícolas responsables. Además, la diversidad de las mieles locales refleja la riqueza vegetal y climática, ofreciendo un producto de mayor calidad frente a la miel industrial.
El sector también enfrenta desafíos como el fraude en el etiquetado, la adulteración con azúcares y el uso excesivo de pesticidas. Por ello, se fomenta cada vez más el consumo de miel de proximidad, que no solo apoya a la economía local sino que también favorece la sostenibilidad y la protección de la biodiversidad.
