Control de la población de capibaras en Buenos Aires ante la convivencia en los barrios privados

Última actualización: 30 julio 2025
  • El gobierno argentino planea trasladar unos 3.000 capibaras del área de Nordelta a islas del Delta del Paraná por la sobrepoblación y los conflictos con residentes.
  • La urbanización de los humedales ha incrementado el contacto entre humanos y capibaras, generando debates sobre convivencia y protección animal.
  • Se estudian medidas como la reubicación, control reproductivo mediante vacunas y acuerdos con vecinos, priorizando métodos no traumáticos.

capibaras

En los últimos meses, la presencia masiva de capibaras en los barrios privados al norte de Buenos Aires ha generado un intenso debate sobre cómo gestionar la convivencia entre estos grandes roedores y los residentes humanos. La situación se ha vuelto especialmente tensa en Nordelta, una zona donde antes reinaba la tranquilidad de los humedales y ahora las urbanizaciones lujosas alteran el equilibrio ecológico.

Los capibaras, también conocidos como carpinchos, son considerados el roedor más grande del mundo y se han adaptado a vivir en las inmediaciones de lagunas, ríos y humedales. Su carácter social y su aspecto apacible los han convertido en un fenómeno viral en redes sociales, pero la superpoblación actual en áreas urbanizadas ha provocado roces con vecinos y una preocupación creciente entre autoridades y grupos ambientalistas.

Se calcula que unos 3.000 capibaras habitan en Nordelta y sus alrededores, una cifra que ha crecido de manera significativa en el último año. Este aumento rápido se asocia al desarrollo inmobiliario sobre los humedales y la dificultad para que los animales migren a otras zonas. Además, la ausencia de depredadores naturales en estos entornos ha favorecido su expansión.

La convivencia ha provocado reacciones encontradas: mientras que algunos propietarios disfrutan de la peculiar compañía de los capibaras en piscinas y jardines, otros han optado por cercos eléctricos o denuncias debido a los daños en sus propiedades y incidentes con mascotas. Muchos residentes conviven con ellos pacíficamente, pero hay quienes los ven como una amenaza para la armonía de los vecindarios privados.

Medidas propuestas para el control de la población

capibaras en humedales

En respuesta a la situación, las autoridades argentinas proponen un plan de traslado de los capibaras hacia una isla en el Delta del Río Paraná. La idea principal es reubicar a estos animales en un entorno más adecuado que funcione como santuario, lejos de la presión urbana y donde puedan mantener sus hábitos naturales sin perturbar la vida de los nuevos residentes humanos.

El secretario de Ambiente, Daniel Scioli, ha subrayado que el proceso no será compulsivo y se realizará en consulta con las familias afectadas. Se busca que la comunidad participe activamente en el seguimiento del traslado para garantizar el bienestar de los capibaras y la tranquilidad de quienes conviven con ellos habitualmente.

Otra medida en estudio es el control anticonceptivo mediante vacunación en los machos, con el objetivo de disminuir la tasa de reproducción de manera ética y evitar sacrificios o métodos traumáticos. Grupos animalistas expresan cautela ante esta propuesta, pues prefieren soluciones que prioricen el bienestar de los animales y el equilibrio de los ecosistemas.

La problemática ha recibido atención mediática, incluso con reflexiones de celebridades y medios internacionales, quienes muestran distintas posturas respecto a la permanencia o traslado de los roedores.

Implicaciones ambientales, sanitarias y sociales

La expansión urbana sobre áreas de humedal ha desplazado progresivamente a los capibaras, que encuentran cada vez menos espacio para moverse libremente. Esta reducción de hábitat incrementa su concentración en zonas residenciales, aumentando el riesgo de accidentes de tráfico, daños en infraestructuras y conflictos con mascotas.

A pesar de su popularidad en redes sociales y campañas que muestran sus gestos tranquilos y su aspecto simpático, las autoridades advierten que los capibaras son animales silvestres y portadores de parásitos como las garrapatas, con potencial de transmitir enfermedades como la fiebre maculosa.

Los expertos recomiendan limitar la interacción con estos animales y adoptar medidas preventivas: inspeccionar mascotas y ropa tras visitas al campo, usar repelentes adecuados y evitar prácticas que humanicen a los capibaras.

La situación evidencia la necesidad de fomentar la educación ambiental, diseñar corredores biológicos y respetar el hábitat natural de la fauna autóctona. Experiencias internacionales muestran que el trato inadecuado a animales salvajes puede tener graves consecuencias para la biodiversidad y la salud pública.

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La convivencia entre capibaras y humanos en Buenos Aires plantea un reto para las políticas de gestión ambiental y conservación. Las autoridades buscan soluciones que reduzcan conflictos y prioricen tanto la seguridad de los residentes como la protección de la especie. El debate sigue abierto y la experiencia argentina puede ser referencia para otros países en situaciones similares.