Descubren fósiles de dinosaurios con cáncer: una ventana a la evolución de la enfermedad y sus posibles aplicaciones en la medicina actual

Última actualización: 17 junio 2025

Fósil de dinosaurio con signos de cáncer

El hallazgo reciente de un tumor en los restos fosilizados de un dinosaurio ha abierto una vía prometedora para entender mejor la evolución de las enfermedades oncológicas. Lejos de ser una dolencia moderna, las pruebas apuntan a que el cáncer ha acompañado a los seres vivos desde hace millones de años, y ahora los dinosaurios nos ayudan a rastrear sus orígenes y mecanismos.

En lo que podría parecer una coincidencia sorprendente, distintos equipos científicos han encontrado rastros de cáncer en fósiles de Telmatosaurus transsylvanicus, un herbívoro de gran tamaño que habitó Europa hace entre 66 y 70 millones de años. Este hallazgo no solo reescribe la historia de la enfermedad, sino que además plantea nuevas preguntas sobre la resistencia y adaptación de las especies extintas ante el cáncer.

Un descubrimiento asombroso: tumor y tejidos blandos preservados

Tejido blando fosilizado en dinosaurio

El protagonista de esta historia es un ejemplar joven de Telmatosaurus transsylvanicus, encontrado en Rumanía y estudiado por equipos internacionales del Reino Unido y Rumanía. Gracias al uso de herramientas potentes como la microscopía electrónica y la tomografía computarizada, los investigadores detectaron un tumor benigno (ameloblastoma) en la mandíbula del animal. Lo más llamativo fue el hallazgo de fragmentos de tejido blando, algo excepcional en fósiles tan antiguos.

Estos tejidos conservaban no solo proteínas, sino también estructuras similares a glóbulos rojos y fibras de colágeno, lo que ha permitido a los científicos analizar con mucho detalle el estado de salud y las patologías de estos animales prehistóricos. Este tipo de conservación podría darse con más frecuencia de la que se pensaba, siempre que los fósiles sean tratados cuidadosamente tras su hallazgo.

El tumor identificado es del mismo tipo que aún se diagnostica en humanos hoy en día, lo que abre la posibilidad de explorar raíces comunes en la biología del cáncer.

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Implicaciones para la ciencia y la medicina

Investigación científica sobre cáncer en dinosaurios

El análisis de estos fósiles no solo demuestra que el cáncer era ya un fenómeno extendido en la prehistoria, sino que las proteínas preservadas pueden aportar información clave sobre cómo los organismos del pasado resistieron o se adaptaron a la enfermedad. Animales actuales como ballenas o elefantes han desarrollado mecanismos genéticos avanzados para combatir el cáncer, como múltiples copias del gen TP53 o estrategias de reparación del ADN. Los dinosaurios, dada su longevidad y tamaño, probablemente también contaron con soluciones propias, aún por descubrir.

Esta investigación destaca la importancia de la paleoproteómica: el estudio de las proteínas antiguas almacenadas en tejidos fosilizados. Al contrario que el ADN, que se degrada relativamente rápido, estas proteínas pueden resistir el paso de millones de años, convirtiéndose en un recurso esencial para la ciencia.

El trabajo coordinado para preservar fósiles con tejidos blandos resulta fundamental. A medida que avanzan las tecnologías de análisis, estas muestras se convierten en pequeños laboratorios temporales capaces de revelar los secretos de la evolución y, quizás, inspirar estrategias novedosas en medicina oncológica.

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Nuevas perspectivas sobre la evolución del cáncer

Estudio evolutivo del cáncer en dinosaurios

Los fósiles de dinosaurio con signos de cáncer también permiten analizar las raíces evolutivas de la enfermedad. La identificación de tumores similares en dinosaurios y humanos sugiere la existencia de rutas genéticas comunes, como las mutaciones en genes como BRAF. Confirmar alteraciones similares en fósiles facilitaría comprender la conservación evolutiva de vías tumorales y su relevancia en biomedicina.

Además, se han documentado casos de tumores benignos y malignos en otros dinosaurios hadrosaurios, demostrando que el cáncer fue una amenaza recurrente en organismos grandes y de larga duración en la historia de la vida.

El cáncer no es exclusivo de la especie humana. En su antigüedad, ya condicionaba la supervivencia de diferentes formas de vida y se presenta como un componente del proceso evolutivo.

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Desafíos y oportunidades para el futuro

Futuros estudios sobre cáncer en fósiles

Para seguir avanzando en estos hallazgos, es crucial coordinar esfuerzos internacionales en la recogida, conservación y análisis de fósiles con potencial molecular. La colaboración entre museos, equipos de excavación y laboratorios garantizará la integridad de los tejidos blandos, esenciales para futuras investigaciones.

El conocimiento obtenido puede contribuir al desarrollo de nuevas estrategias terapéuticas. Comprender cómo algunos animales antiguos y actuales minimizan su riesgo de padecer cáncer puede brindar inspiración para avances en prevención, diagnóstico precoz y tratamientos individualizados en medicina humana.

Así, el vínculo entre paleontología y oncología se consolida como un campo interdisciplinar con un potencial por explorar. Los dinosaurios, aunque extintos, siguen ayudando a responder una de las incógnitas más importantes en la medicina moderna.

Relación entre dinosaurios y el estudio del cáncer

La investigación sobre tumores fósiles evidencia que la evolución ha dotado a las especies de recursos para combatir el cáncer desde tiempos remotos. Estos conocimientos, combinados con los avances tecnológicos actuales, pueden abrir nuevas vías para entender los mecanismos de la enfermedad y explorar posibles soluciones. El estudio del pasado continúa siendo una fuente de sorpresas y respuestas inesperadas.

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