- Un maderero de 43 años falleció en Gua Musang (Kelantan) tras el ataque de una manada mientras dormía en un campamento.
- Seis trabajadores fueron sorprendidos de madrugada; cinco huyeron y regresaron horas después, hallando a la víctima con graves lesiones.
- La Policía recuperó el cuerpo y la autopsia confirmó la muerte por heridas causadas por los elefantes; se investiga el suceso.
- Aumentan los incidentes con elefantes en Malasia por la pérdida de hábitat; se citan operativos previos en Kuala Krai.

Durante la noche del miércoles, un trabajador maderero de 43 años murió en la localidad de Gua Musang, en el estado malasio de Kelantan, tras ser embestido por una manada de elefantes salvajes mientras dormía junto a sus compañeros en un campamento forestal, a unos 250 kilómetros al norte de Kuala Lumpur.
El grupo estaba compuesto por seis operarios que descansaban cuando escucharon fuertes ruidos procedentes del bosque; en medio del sobresalto, cinco lograron escapar hacia la espesura, mientras que uno de ellos quedó rezagado y fue alcanzado por los animales.
Cómo ocurrió el ataque

Según fuentes policiales citadas por medios locales y la agencia estatal Bernama, los madereros se despertaron sobresaltados por los golpes y el crujir de ramas en torno al campamento. En plena oscuridad, corrieron para ponerse a salvo, pero uno no consiguió huir a tiempo y quedó a merced de la manada.
Horas más tarde, los cinco supervivientes regresaron con cautela al lugar y encontraron a su compañero con múltiples lesiones, entre ellas fracturas en ambas piernas. Cuando intentaban protegerlo, uno de los paquidermos volvió a aproximarse y los obligó a retirarse de nuevo.
El cuerpo fue recuperado posteriormente y trasladado al hospital de la zona, donde una autopsia confirmó que la muerte se produjo a consecuencia de las heridas causadas por el ataque de los elefantes.
El jefe de la Policía local, Sik Choon Foo, indicó que la prioridad inmediata fue asegurar el perímetro para evitar nuevos encuentros con los animales, mientras se coordinaba la extracción del cuerpo y la asistencia a los trabajadores.
Identidad de la víctima y respuesta de las autoridades

Medios locales identificaron a la víctima como Saidi Jahari. Su hermano, Sulaiman, comentó que Saidi llevaba apenas dos semanas trabajando en la zona forestal y que la familia fue notificada a primera hora del jueves. Según su testimonio, los restos fueron enterrados en el cementerio islámico Pangkalkuan 2, en Ketereh.
En su relato del suceso, Sik Choon Foo detalló que los trabajadores introdujeron al herido en una tienda para darle refugio provisional antes de tener que huir de nuevo por el retorno de uno de los animales, que podría ser el líder de la manada.
La Policía mantiene abierta una investigación para esclarecer con precisión la secuencia de los hechos y coordina con los departamentos de fauna la implementación de medidas de prevención en áreas de trabajo forestal de alto riesgo.
Las autoridades han reiterado que estos incidentes, aunque poco frecuentes, exigen protocolos de seguridad estrictos para operarios y comunidades cercanas a los corredores de tránsito de elefantes.
Incidentes con elefantes en Malasia: causas y antecedentes

En los últimos años, Malasia ha registrado un aumento de encuentros entre humanos y elefantes salvajes, especialmente en zonas donde la deforestación y la expansión agrícola han reducido su hábitat y les empujan a buscar alimento en áreas habitadas o de trabajo.
En marzo, las autoridades desplegaron un operativo en Kuala Krai (a unos 350 kilómetros al norte de la capital) para capturar a un elefante que había atacado a dos personas, un precedente que ilustra la complejidad del manejo de estos casos en el país.
El elefante asiático, especie protegida en la región, convive con un tejido humano cada vez más denso. Aunque en algunos lugares se utiliza con fines turísticos, organizaciones defensoras de los animales han denunciado prácticas de maltrato y explotación, lo que alimenta el debate sobre su protección.
Expertos y guardas recomiendan mantener al menos 50 metros de distancia si se avista uno o varios elefantes, evitar acercamientos y notificar a las autoridades locales. Para viajeros europeos o españoles en la zona, seguir las indicaciones oficiales y no intervenir ante la presencia de fauna es clave para reducir riesgos.
El caso de Gua Musang refleja la difícil convivencia entre el desarrollo económico y la conservación de la fauna: un trabajador pierde la vida, una comunidad queda marcada y las autoridades redoblan la vigilancia en un entorno donde la pérdida de hábitat incrementa el potencial de choques con la vida salvaje.