Existen muchas enfermedades que pueden afectar a nuestras mascotas. Entre los gatos, una de las más temidas y, desgraciadamente, también de las más habituales es la leucemia felina, también conocida como FeLV. Se trata de una enfermedad infecciosa con varios síntomas. Destaca sobre todo por la inmunosupresión y los tumores. La leucemia en gatos está distribuida a nivel mundial en cuanto a los felinos domésticos. Sin embargo, también existen algunos casos de gatos salvajes que han contraído esta enfermedad.
Si quieres saber más sobre la leucemia felina, te recomiendo que sigas leyendo este artículo. Hablaremos sobre diversos aspectos de esta enfermedad infecciosa, entre los cuales se encuentran el cuadro clínico, el diagnóstico y el tratamiento. También os daremos algunos consejos para prevenir la leucemia felina. Aunque informarse nunca está de más, siempre debemos acudir a un veterinario si tenemos dudas o si nuestra mascota presenta alguna anomalía.
Etiología de la leucemia en gatos
El patógeno que provoca la leucemia felina es un retrovirus. Se trata de un virus que acopla su ácido ribonucleico, también llamado ARN, al material genético de la célula. Tras este proceso, la célula afectada hará lo que el virus quiera. Para poder llevar a cabo esta dominancia, el retrovirus utiliza una enzima llamada «Transcriptasa inversa». ¿Qué supone todo esto para el organismo? El ARN guarda, transporta y transmite información recibida por el ADN para sintetizar proteínas mediante los aminoácidos esenciales. Cuando el animal se infecta con el retrovirus, la transcriptasa inversa invierte este proceso. Así pues, el gato deja de sintetizar proteínas necesarias para el buen funcionamiento de su organismo.
Dentro de lo malo, los retrovirus son muy poco resistentes fuera del hospedador. Se inactivan con mucha facilidad. Existen un total de tres subfamilias pertenecientes a la familia Retroviridae:
- Spumavirinae: Se trata de un virus sincitial felino.
- Oncornavirinae: Estos provocan la leucemia en gatos y el sarcoma felino.
- Lentivirnae: Son los causantes de la inmunodeficiencia felina (FIV).
Epidemiología y patogenia de la leucemia en gatos
Cuando hablamos de epidemiología, existen dos tipos diferentes de transmisión que determinan la virulencia de los virus. La primera, llamada transmisión horizontal, son todas aquellas vías de contagio externas al organismo. En el caso de la leucemia felina, se puede transmitir mediante heces, orina, saliva y secreciones lagrimales. Cuando la transmisión se produce desde los padres a su descendencia, se le llama transmisión vertical. Si un gato está infectado con este retrovirus, su descendencia puede sufrir una muerte fetal o neonatal.
La leucemia felina es más habitual en animales jóvenes y en colectivos. Suelen darse casos de esta enfermedad en situaciones de hacinamiento, acicalamiento y peleas. También puede aparecer mediante la transmisión por alimentos y lactancia.
En cuanto a la patogenia de la leucemia en gatos, presenta un cuadro amplio. El virus accede al cuerpo por vía oronasal (por la boca o por la nariz). Desde ahí, puede acceder a la médula ósea o a la sangre. En el primero caso, el virus puede permanecer en un estado de latencia o provocar neoplasia. Cuando entra en la sangre, causa una viremia que puede ser transitoria o persistente. Si permanece en la sangre, el virus provoca inmunosupresión, mielosupresión, tumores y más problemas diversos. No obstante, también existe la posibilidad de que no cause ningún problema al gato, convirtiéndolo así en un portador asintomático.
Cuadro clínico de la leucemia en gatos
La leucemia felina puede pasar desapercibida o ser asintomática. Cuando sí presenta síntomas, comienza con linfadenopatía generalizada, fiebre ligera, anemia, leucopenia, trombocitopenia e infecciones secundarias frecuentes. Además, pueden surgir enfermedades asociadas a la inmunosupresión y a procesos inmunomediados. Entre ellas se encuentran la anemia hemolítica, poliartritis, uveítis, neuropatías, etc. Dependiendo del órgano que esté afectado por el retrovirus, el cuadro clínico se desarrolla de diferente manera. También la aparición de neoplasias linfoides es habitual. Mientras que los linfosarcomas son sólidos, la forma leucémica es difusa. Esta última puede aparecer con cualquier tumor sólido o sola.
Los principales efectos de la infección por el retrovirus de la leucemia son muchos. A continuación encontraréis una pequeña lista:
- Neoplasias: Linfoides (linfosarcomas, leucemia), mieloproliferativas, antígeno FOCMA.
- Mielosupresión: Anemia, trombocitopenia, granulocitopenia.
- Inmunosupresión: Linfopenia, linfocitos anormales, posibilidad de reactivar una infección latente.
- Otros problemas: Neuropatías, problemas reproductivos, glomerulonefritis, síndrome «panleucopenia-like».
Diagnóstico de la leucemia en gatos
A la hora de establecer un diagnóstico, existen dos procesos llevados a cabos por el veterinario con el fin de averiguar lo que le pasa a nuestra mascota. Uno de ellos es el diagnóstico diferencial que sirve para excluir otras posibles patologías que puedan estar afectando al paciente. Este tipo de investigación es necesario ya que muchas enfermedades tienen un cuadro clínico similar con pequeñas variaciones. Además, se debe realizar casi siempre un diagnóstico laboratorial que acaba determinando el tratamiento.
Diagnóstico diferencial
Existen varias enfermedades que presentan síntomas semejantes a los de la leucemia en gatos. La panleucopenia infecciosa felina, por ejemplo, presenta un cuadro digestivo de curso agudo y una neutropenia de mayor intensidad. Otro ejemplo sería la peritonitis infecciosa felina en forma seca. Para identificarla se debe hacer una biopsia de los tumores y de las lesiones granulomatosas.
Sin embargo, la enfermedad que más se asemeja a la leucemia en gatos es la inmunodeficiencia felina, también conocida como FIV. Esta es causada por unos retrovirus muy similares. Para llevar a cabo el diagnóstico diferencial existen varios puntos a tener en cuenta. Mientras que leucemia suele afectar a gatos de entre uno y cinco años de edad, la inmunodeficiencia felina aparece entre los cinco y los doce años. Además, esta última afecta más a los machos que a las hembras. En cuanto al sexo, la leucemia en gatos no tiene ninguna predilección.
La transmisión de ambas enfermedades también es diferente. Como ya hemos mencionado anteriormente, la leucemia se contagia mediante saliva, orina, heces, leche e in útero. En cambio, la inmunodeficiencia felina se transmite mediante mordeduras en las que la saliva entra en contacto con la sangre. También el diagnóstico muestra resultados distintos. Cuando un gato tiene inmunodeficiencia, crea anticuerpos. En el caso de estar infectado por leucemia, tendría el antígeno p27 en sangre. Desgraciadamente, no existe ninguna vacuna contra la inmunodeficiencia felina, la única prevención que podemos tomar es evitar las pelear entre los gatos. Respecto a la leucemia en gatos, sí que podemos vacunarlos.
También los principales signos clínicos son algo diferentes entre ambas enfermedades, pero algunos coinciden:
- Leucemia felina: Linfosarcomas, anemia, neuropatías, inmunosupresión, etc.
- Inmunodeficiencia felina: Linfadenopatía, inmunosupresión, neoplasias, signos neurológicos, etc.
Diagnóstico laboratorial
Para averiguar si se trata de un caso de leucemia felina o no, lo más recomendable es hacer un test para mirar si el gato tiene un antígeno vírico p27. Para ello existen dos posibilidades:
- ELISA: Se realiza a partir del suero y es más sensible que el otro.
- Inmunocromatografía: Es una forma rápida de analizar una pequeña muestra de sangre.
¿Pero cómo interpretamos los resultados? Si da positivo, el gato es virémico y puede llegar a desarrollar leucemia y tumores. Sin embargo, cuando el test da negativo, no significa que el animal no esté infectado. También puede encontrarse en una fase muy primaria o de latencia en la médula ósea. Por ello se debe repetir la prueba al cabo de 12 a 16 semanas. En el caso de que de negativo, se trata de una viremia transitoria. En cambio, si da positivo, es persistente.
Tratamiento y profilaxis de la leucemia en gatos
Llegados a este punto, si sospechamos que nuestro gato puede tener leucemia felina o cualquier otra enfermedad, debemos ir lo antes posible al veterinario. Sólo él nos podrá confirmar la enfermedad y el estado en el que se encuentra. Además, bajo ninguna circunstancia debemos administrar a nuestras mascotas medicamentos sin una recomendación o receta del veterinario.
Debido a que esta enfermedad afecta de varias maneras al organismo, también se deben aplicar diversos tratamientos. Cuando el gato presenta infecciones secundarias, se le deben administrar antibióticos de amplio espectro. Además, los análogos de los nucleótidos infieren en la replicación del virus. Otro tratamiento serían las irradiaciones, transfusiones y trasplantes de la médula ósea. Finalmente queda por mencionar el más conocido: La quimioterapia para linfomas.
Respecto a la profilaxis, la mejor opción es la vacuna. Primero hay que valorar el riesgo que conlleva para el animal y su necesidad para adquirirla. Se puede inyectar a partir de las nueve semanas de edad y se debería repetir anualmente. Para prevenir la infección por el retrovirus de la leucemia felina en grupos, debemos controlarlos, sobre todo si se trata de colonias que viven en la calle. Esto implica impedir que entren en contacto con gatos portadores o no controlados. Además, es aconsejable realizar la prueba de la leucemia felina una vez al año.
Espero que este artículo os haya ayudado a entender un poquito mejor la leucemia felina y a resolver algunas dudas. Con cuidado y tomando las medidas de prevención necesarias podemos evitar que nuestro gato coja esta enfermedad. Si ya la tiene o sospechamos que la pueda tener, debemos acudir a un veterinario para aplicarle un tratamiento lo antes posible.