- Polillas migratorias de gran tamaño han invadido España este año, especialmente las especies Hyles livornica y Autographa gamma.
- Su inusual proliferación se debe a condiciones climáticas favorables, como lluvias intensas en el Magreb y temperaturas elevadas.
- Las polillas no suponen ningún riesgo para la salud, no comen ropa ni transmiten enfermedades.
- Expertos recomiendan sencillas medidas en el hogar para evitar que entren, insistiendo en su papel ecológico positivo como polinizadoras.
Durante las últimas semanas, a buena parte del territorio español le ha tocado convivir con un fenómeno realmente llamativo: la llegada masiva de polillas gigantes y otras mariposas nocturnas, que han aparecido en rincones insólitos de ciudades y pueblos de todo el país. Esta situación ha llamado la atención tanto de quienes disfrutan de la naturaleza como de quienes sienten cierto recelo hacia estos insectos.
Muchos vecinos de regiones como Castilla-La Mancha, Comunidad Valenciana, Madrid, Galicia, Murcia y Andalucía se han sorprendido por el gran número y tamaño de estas polillas, que incluso han generado sensación de nerviosismo y numerosas imágenes virales en redes sociales. Sin embargo, lejos de ser motivo de alarma, estos animales desempeñan un papel fundamental en el ecosistema y su aparición responde, en realidad, a causas naturales.
¿Por qué han llegado tantas polillas este año?
Expertos e investigadores coinciden en que las intensas lluvias registradas en el norte de África, especialmente en la zona del Magreb, han sido la clave. Estas precipitaciones -más abundantes que en las últimas décadas- han propiciado el crecimiento acelerado de las plantas de las que se alimentan las orugas de ciertas polillas. Así, el aumento explosivo de su alimento ha derivado en un crecimiento poblacional anómalo.
En concreto, se trata de una migración por etapas: primero, un grupo procedente del Magreb llega a la Península Ibérica, se reproduce y la siguiente generación continúa migrando hacia el norte de Europa. Las especies protagonistas de este fenómeno son la Hyles livornica (con ejemplares de hasta 8 centímetros) y la Autographa gamma (más pequeña, pero aún más abundante). Ambas son migratorias y acostumbran a realizar este tipo de desplazamientos todos los años, aunque en esta ocasión las condiciones meteorológicas han disparado sus números.
La combinación de lluvias primaverales, temperaturas altas y la llegada de masas de aire cálido desde África ha favorecido especialmente la proliferación de Autographa gamma en áreas del centro y este peninsular, con una presencia muy visible en casas y espacios públicos.
¿Representan un peligro para las personas?
La respuesta de los expertos es clara: estas polillas no son peligrosas ni para la salud ni para los bienes domésticos. Ni Hyles livornica ni Autographa gamma pican, ni transmiten enfermedades, ni se alimentan de ropa o tejidos, como antiguamente se creía.
De hecho, Jorge Galván, director de la Asociación Nacional de Empresas de Sanidad Ambiental, recalca que se trata de una situación excepcional que genera molestias visuales, pero no un riesgo sanitario. Su presencia suele ser fugaz, porque el ciclo de vida del adulto es de apenas dos o tres semanas. En ese tiempo, muchas ni siquiera llegan a ser vistas, ya que su actividad es principalmente nocturna y sólo entran en los hogares al sentirse atraídas por la luz artificial.
A diferencia de las auténticas plagas de polillas domésticas -muy reducidas hoy en día y causadas por especies diminutas que atacan ciertas fibras textiles o alimentos almacenados-, la mayoría de polillas presentes este año no causan daños en casas. Muy pocas especies, y no las migratorias protagonistas de esta oleada, afectan a la ropa o productos guardados.
Su importancia ecológica y cómo evitar molestias en casa
Además de ser completamente inofensivas, las polillas gigantes juegan un papel clave como grandes polinizadoras, beneficiando tanto a plantas silvestres como a cultivos agrícolas. Por su capacidad de recorrer largas distancias y visitar gran variedad de flores, contribuyen de forma significativa al mantenimiento del equilibrio natural.
En caso de molestia por la presencia de estos insectos en el interior de las viviendas, los especialistas recomiendan evitar la alarma y tomar unas simples precauciones:
- Cerrar ventanas al anochecer o instalar mosquiteras.
- Reducir la iluminación exterior para que no sean atraídas por la luz.
- Si ya está dentro, apagar la luz y abrir la ventana para que salga o ayudarla con cuidado usando un recipiente y un folio.
No resulta necesario, por tanto, emplear insecticidas ni otras medidas agresivas, ya que estas mariposas nocturnas no suponen ningún problema para las personas ni para los animales domésticos.
La presencia de estas polillas en las áreas urbanas es pasajera y no indica una infestación dañina. La mayoría de especies migratorias no afectan a los tejidos ni a los alimentos almacenados, por lo que no hay que preocuparse excesivamente. Disfrutar de su presencia y aprender a convivir con ellas puede ser una experiencia enriquecedora que nos ayuda a valorar más nuestro entorno natural.