- La técnica de liberación de moscas estériles es el principal método para frenar la propagación del gusano barrenador del ganado.
- El control de la plaga requiere coordinación internacional, especialmente entre México, Estados Unidos y Panamá.
- La plaga afecta gravemente a la ganadería y la salud pública, y su erradicación depende de la vigilancia continua y la inversión sostenida.
- La movilidad de animales y personas facilita la propagación, por lo que la inspección fronteriza y la cooperación regional son esenciales.
El control de moscas ha escalado hasta convertirse en un reto sanitario prioritario en México y Centroamérica, especialmente por la reciente reaparición del gusano barrenador del ganado. Esta plaga, que afecta gravemente a animales y puede también impactar a humanos, vuelve a poner bajo los focos la importancia de mantener una vigilancia activa y estrategias de respuesta rápida para garantizar tanto la salud pública como la competitividad del sector agropecuario.
La complejidad de contener la expansión del gusano barrenador radica en la amplia movilidad de ganado, mercancías y personas en la región. Las fronteras y los aeropuertos reciben diariamente miles de cargamentos y viajeros, lo que facilita la dispersión de plagas si no se aplican controles estrictos y constantes. En este contexto, México, junto con sus socios regionales, se enfrenta al desafío de evitar que esta amenaza se asiente y cause pérdidas económicas millonarias.
¿Cómo afecta el gusano barrenador y qué papel tiene la mosca?
El gusano barrenador es la larva de una mosca llamada Cochliomyia hominivorax. Este insecto tiene la capacidad de depositar sus huevos en heridas abiertas de animales y, en ocasiones, de personas. Las larvas se alimentan del tejido vivo, provocando lesiones graves, infecciones e incluso la muerte, además de enormes perjuicios económicos en ganadería. No se transmite entre animales por contacto, pero la diseminación a través de las moscas hace que su control sea especialmente complejo.
La técnica de la mosca estéril: columna vertebral del control
Desde los años 60, la llamada técnica del insecto estéril se ha consolidado como la principal herramienta para frenar la reproducción de estas moscas. Consiste en criar millones de moscas en laboratorio y volverlas estériles mediante irradiación antes de liberarlas en las zonas afectadas. Al competir con los machos fértiles silvestres por aparearse, impiden que las hembras pongan huevos viables y, con ello, rompen el ciclo biológico de la plaga.
Existen instalaciones de alta seguridad y capacidad de producción en Panamá, Chiapas y, próximamente, Texas. Por ejemplo, la planta de Pacora (Panamá) produce cerca de cien millones de moscas estériles a la semana, que se dispersan en áreas estratégicas, especialmente a raíz de los últimos brotes en el sur de México y Centroamérica. En México, la modernización de la planta en Metapa de Domínguez y la inversión conjunta con Estados Unidos han incrementado la capacidad de respuesta ante la emergencia.
Coordinación internacional: pieza clave en la estrategia
El control del gusano barrenador y de la mosca responsable requiere operativos integrados a nivel regional. Gobiernos, organismos internacionales y productores deben aunar esfuerzos para garantizar la eficacia de las medidas. Entre los ejes de acción destacan:
- Monitorización activa de casos y vigilancia epidemiológica en zonas de riesgo.
- Liberación masiva de moscas estériles en puntos estratégicos, priorizando áreas fronterizas y rutas de migración animal.
- Capacitación de productores para la identificación temprana de síntomas y la correcta gestión de animales afectados.
- Controles fronterizos reforzados y revisión exhaustiva de mercancías y animales, previniendo el tránsito de ejemplares potencialmente infectados.
Impacto en la economía y la salud pública
El avance de las moscas portadoras del gusano barrenador tiene implicaciones directas sobre la ganadería, con efectos en la exportación, en la producción de carne y leche, y en el sustento de miles de familias. Las medidas de prevención, el diagnóstico temprano y la cooperación técnico-científica son claves para evitar brotes incontrolados.
Desafíos actuales y dificultades del control
La experiencia de las últimas décadas demuestra que el control de la mosca del gusano barrenador es un proceso largo, costoso y que depende de la constancia en la vigilancia y la inversión. Factores como la movilidad de animales, la existencia de rutas informales de comercio y el cambio climático aumentan la vulnerabilidad de la región. Además, la coordinación entre países y organismos puede verse dificultada por lentitudes burocráticas o falta de recursos, lo que exige un liderazgo técnico fuerte y compromiso político sostenido.
La reaparición de la plaga y la necesidad de proteger la seguridad alimentaria y sanitaria obligan a redoblar esfuerzos en todos los frentes: desde la producción y liberación de moscas estériles hasta la educación de productores y la actualización de los protocolos de inspección en fronteras.
El control efectivo de las moscas y el gusano barrenador sigue requiriendo inversión, cooperación multinacional, preparación técnica y sobre todo, compromiso continuo de autoridades, especialistas y productores. La experiencia acumulada y las infraestructuras existentes son valiosos, pero la rapidez del resurgimiento de la plaga recuerda que la vigilancia nunca debe relajarse.
