- Los mosquitos transmisores de enfermedades pueden proliferar debido a diversos factores ambientales y humanos.
- El olor corporal, el color de la ropa y el grupo sanguíneo influyen en la preferencia de los mosquitos por algunas personas.
- Eliminar criaderos como llantas y objetos en desuso es fundamental para reducir el riesgo de enfermedades como dengue, zika o chikungunya.
- Acciones colaborativas y campañas de descacharrización ayudan a prevenir brotes en temporadas de lluvia.

En épocas de lluvia, la preocupación por la proliferación de mosquitos transmisores de enfermedades como el dengue, el zika o la chikungunya se intensifica en muchas regiones. La combinación de factores ambientales y hábitos cotidianos contribuye a que estos insectos encuentren lugares propicios para desarrollarse y convertirse en un riesgo para la salud pública.
Entender por qué algunas personas atraen más a los mosquitos y saber cómo prevenir su reproducción en entornos urbanos se ha vuelto esencial, especialmente cuando aumenta la humedad y se multiplican los espacios donde pueden depositar sus huevos. A continuación, se abordan tanto los factores personales que influyen en las picaduras como las principales estrategias colectivas para evitar brotes.
Factores que hacen a algunas personas más atractivas para los mosquitos
La ciencia ha identificado que los mosquitos no pican de forma aleatoria. De hecho, su preferencia por determinadas personas está condicionada por distintos factores. Según investigaciones publicadas en el Journal of Medical Entomology, el grupo sanguíneo influye en el riesgo de recibir picaduras, siendo los individuos con sangre tipo O más vulnerables frente a los que tienen sangre tipo A.
Asimismo, el olor corporal desempeña un papel fundamental, ya que los compuestos presentes en el sudor, como el ácido úrico y el amoniaco, resultan muy atractivos para estos insectos. El uso de perfumes con aromas florales o frutales también incrementa las probabilidades de ser picado, porque estos olores recuerdan al néctar que buscan los mosquitos. Además, el color de la ropa es otro motivo de atracción, ya que estos insectos tienden a acercarse a quienes visten prendas de colores oscuros como rojo, negro, azul o naranja. Por ello, los expertos recomiendan utilizar tonos claros y pastel para evitar llamar su atención.
No menos importante resulta la temperatura corporal: las personas que han realizado ejercicio, las embarazadas o quienes han consumido alcohol tienden a atraer más a los mosquitos. Esto se debe al aumento de la temperatura, la sudoración y la mayor emisión de dióxido de carbono, un gas que los mosquitos detectan a distancia. Zonas del cuerpo como el cuello y los tobillos, cuando están expuestos, suelen ser especialmente vulnerables.
La amenaza de los criaderos: llantas, muebles y objetos en desuso
Uno de los elementos más críticos en la lucha contra los mosquitos transmisores de enfermedades es la gestión de criaderos potenciales. Recipientes que acumulan agua, como llantas, floreros, cubetas, e incluso muebles viejos, se convierten en el entorno ideal para la reproducción de estos insectos, sobre todo durante la temporada de lluvias.
En diversas localidades, como Huejutla o Tlaltizapán, las autoridades sanitarias insisten en la importancia de eliminar todo aquello que pueda almacenar agua estancada. Campañas municipales frecuentes promueven la recolección de neumáticos y objetos voluminosos para evitar que se transformen en focos de infección. El abandono de llantas, por ejemplo, no solo genera problemas ambientales sino que, tras lluvias, permite la aparición de miles de larvas de mosquito.
La experiencia ha demostrado que la colaboración entre la administración local, universidades y ciudadanía es fundamental para minimizar los riesgos, siendo las campañas de limpieza, el desmalezado y la recolección de cacharros acciones prioritarias para mantener espacios públicos y privados libres de criaderos.
Iniciativas colectivas: campañas de descacharrización y educación ambiental
Para reducir de manera significativa la presencia de mosquitos transmisores de enfermedades, municipios y autoridades estatales han implementado campañas de descacharrización y programas de recolección de llantas en desuso. Estas iniciativas tienen como objetivo retirar aquellos objetos que, si se abandonan en el entorno, pueden acumular agua y convertirse en criaderos.
Por ejemplo, en Puebla, el programa de descacharrización permite a la ciudadanía entregar muebles, electrodomésticos, residuos metálicos y de vidrio, con un calendario y ubicaciones específicas para cada zona. Se detallan los objetos permitidos y los que no se pueden entregar para asegurar una gestión adecuada de los residuos recogidos y evitar riesgos sanitarios adicionales. Paralelamente, otros lugares organizan campañas anuales para el reciclaje de llantas en centros de acopio designados, evitando que estos residuos acaben en calles, barrancos o ríos, donde, además de causar contaminación, favorecen la proliferación de mosquitos.
La participación activa de la ciudadanía, el compromiso de las autoridades y la concienciación ambiental han demostrado ser piezas clave para proteger la salud pública y prevenir la transmisión de enfermedades asociadas a estos vectores.
Gracias a la información científica y al esfuerzo conjunto de la sociedad y las instituciones, cada vez son más eficaces las estrategias para evitar que los mosquitos encuentren lugares donde reproducirse y, con ello, preservar el bienestar de la población.