- El oso andino enfrenta amenazas por la pérdida y fragmentación de su hábitat natural, motivando la acción de organizaciones, zoológicos y comunidades locales.
- Iniciativas innovadoras como la creación de hábitats en zoológicos y el uso de tecnología blockchain para financiar la conservación, han demostrado resultados tangibles en la protección de la especie.
- La participación comunitaria y acuerdos sociales fortalecen la conservación de territorios críticos y especies emblemáticas, involucrando instituciones públicas y privadas.
- Los esfuerzos colectivos han permitido recuperar ejemplares como la osa Sisa y conservar ecosistemas estratégicos, resaltando la importancia de la colaboración multisectorial y el enfoque territorial.

La protección del oso andino, también conocido como Tremarctos ornatus, representa uno de los mayores retos de conservación en los ecosistemas montañosos de Sudamérica. Frente al avance de la deforestación, la urbanización y el cambio en los usos del suelo, numerosos proyectos y entidades han unido esfuerzos para prevenir la desaparición de esta especie emblemática de los Andes.
Durante los últimos años, la conservación del oso andino ha recibido un impulso sustancial tanto desde el sector público como el privado, así como una destacada implicación comunitaria. Esta cooperación se traduce en acciones directas en el territorio, el rescate y rehabilitación de individuos vulnerables, y el desarrollo de nuevas herramientas para sostener los hábitats naturales del oso.
Recuperación de ejemplares: el caso de Sisa, la osa andina rescatada

Uno de los ejemplos más sobresalientes se encuentra en la historia de Sisa, una osa andina joven que fue encontrada en estado crítico en las alturas de Cotopaxi tras ser separada de su madre. Gracias al trabajo conjunto de expertos y la solidaridad de más de mil personas e instituciones, Sisa ha tenido acceso a atención veterinaria especializada, alimentación cuidada y seguimiento constante por parte del equipo del Zoológico de Quito.
El compromiso de este zoológico ha hecho posible el diseño y la construcción de un hábitat naturalizado que reproduce en lo posible las condiciones de su entorno original. Este espacio, situado en una quebrada de bosque seco interandino, dispone de vegetación viva autóctona, zonas de agua, escondites, árboles para trepar y áreas de descanso, todo pensado para estimular el comportamiento natural de Sisa y propiciar su bienestar.
La recuperación de Sisa, así como la de otros ejemplares que llegan desde distintas provincias, pone de manifiesto la urgencia de proteger los hábitats y fortalecer la conciencia ambiental en la ciudadanía.
Innovación tecnológica y financiación sostenible para la conservación
Además de la atención a casos individuales, la conservación a gran escala demanda nuevos modelos de financiación y gestión de recursos. En este sentido, Ecuador ha puesto en marcha propuestas pioneras como NFTree, una plataforma desarrollada por la Fundación Futuro que utiliza la tecnología blockchain para canalizar fondos directamente hacia la protección de ecosistemas y sus especies.
El programa ha permitido ya la conservación de miles de hectáreas de bosque y el desarrollo de capacidades técnicas en comunidades locales, empoderando a organizaciones como la Asociación de Mujeres Emprendedoras de Guayabillas, cuyo liderazgo es clave para el éxito del modelo.
Esta iniciativa destaca por su transparencia y por asegurar que la mayor parte de los fondos captados se destinen efectivamente al territorio y a las familias que lo custodian. El sistema considera la conservación como algo económicamente viable, alentando alternativas sostenibles frente a actividades extractivas o insostenibles.
Acuerdos sociales y participación comunitaria: claves en territorios andinos
La participación activa de comunidades e instituciones en acuerdos sociales para la conservación es otro de los pilares fundamentales. En regiones como la Cuchilla del San Juan (Risaralda), se han firmado compromisos entre entidades ambientales, autoridades locales y federaciones comunitarias para proteger y restaurar bosques subandinos y andinos, donde subsisten especies amenazadas como el oso de anteojos.
Los acuerdos contemplan objetivos como la protección de especies endémicas, la conservación de hábitats de polinizadores y dispersores, además de la mejora de la conectividad ecológica con áreas protegidas colindantes. La implicación de los habitantes del territorio asegura que las medidas adoptadas respondan tanto a las necesidades de la fauna como a los modos de vida sostenibles de la población local.
La integración de conocimientos tradicionales, la educación ambiental y la gobernanza compartida son elementos que refuerzan la eficacia y la permanencia de estas acciones a largo plazo.
El papel de la educación y la sensibilización en la protección del oso andino
Una dimensión imprescindible en estas estrategias es la educación ambiental y la concienciación social. Los programas de los zoológicos, junto a campañas educativas desarrolladas en colaboración con universidades, centros de investigación y medios de comunicación, contribuyen a que la sociedad reconozca la importancia de conservar al oso andino y su entorno.
La divulgación de historias reales, como la de Sisa, y la promoción de la ciencia ciudadana permiten que cada vez más personas se impliquen, desde diferentes ámbitos, en la defensa de los recursos naturales andinos.
El trabajo colaborativo, el uso de la tecnología, la movilización de recursos y el fortalecimiento de lazos comunitarios están abriendo nuevas oportunidades para que esta especie continúe siendo parte fundamental de la biodiversidad de los Andes.