- El número de palomas en León ha experimentado un aumento constante en los últimos años.
- El Ayuntamiento realiza censos bianuales y aplica métodos de control poblacional sin dañar a las aves.
- La concentración de palomas afecta especialmente al centro, parques y zonas de alto tránsito ciudadano.
- El exceso de palomas provoca quejas vecinales, problemas de higiene y daños sobre el patrimonio histórico.

Las palomas han pasado a formar parte habitual del paisaje urbano de León. Su presencia se percibe en todas las zonas de la ciudad, revoloteando por plazas, parques y calles transitadas. Aunque durante años han mantenido una imagen romántica y casi poética, la realidad es que el crecimiento de su población ha generado un ecosistema complicado en la vida diaria de los leoneses.
Las quejas por la sobreabundancia de estas aves no cesan entre los habitantes de la capital. Muchos vecinos manifiestan molestias por la suciedad que generan y la dificultad de usar espacios públicos, a menudo invadidos por excrementos de paloma. «No hay quien se siente en algunos bancos, están siempre sucios», lamenta una residente del centro, mientras que otros apuntan a la incomodidad de su continua presencia en terrazas y zonas peatonales.
Crecimiento de la población de palomas en León
El último censo oficial en León, elaborado por el Ayuntamiento en 2022, contabilizaba unos 10.610 ejemplares, aunque muchos vecinos creen que la cifra real es superior. Este recuento, que se realiza cada dos años, muestra una evolución ascendente: en 2020 eran 7.682, en 2018 sumaban 6.884 y en 2016 había 6.498. La tendencia al alza parece clara y, según técnicos municipales, el confinamiento por la pandemia contribuyó a que las palomas colonizaran nuevos espacios urbanos.
Realizar un conteo exacto de estas aves resulta complejo, puesto que muchas se esconden en tejados, nidos o huecos de edificios. El Ayuntamiento divide la ciudad en cuadrantes y selecciona algunos de forma aleatoria para hacer una estimación por densidad, diferenciando entre especies como la paloma torcaz o la bravía. Este método permite analizar si las medidas de control están resultando eficaces y comparar la población a lo largo de los años.
Reparto desigual y zonas de mayor concentración
Las palomas no se distribuyen de manera homogénea. Según expertos municipales, las especies tienden a concentrarse en lugares distintos: mientras que las torcaces prefieren áreas próximas a la naturaleza, las mensajeras y bravías dominan zonas urbanas más densas. Parques, riberas de ríos, casas abandonadas y plazas emblemáticas como la Catedral, San Marcelo o San Mamés suelen ser puntos calientes de concentración.
En el centro histórico, el barrio Húmedo y terrazas de restaurantes, la convivencia entre ciudadanos y palomas es prácticamente inevitable. Algunos vecinos relatan la dificultad de comer al aire libre o pasear por ciertas zonas sin encontrarse rodeados de estas aves, que no se asustan fácilmente y parecen haberse adaptado a la actividad humana.
Métodos de control poblacional
Para afrontar la problemática del exceso de palomas, el Ayuntamiento de León ha optado por sistemas de captura regulada. Se emplean jaulas trampa, revisadas varias veces a la semana para garantizar el bienestar de las aves hasta su traslado a instalaciones específicas. Este método busca ser lo más ético posible, evitando daños a las aves y permitiendo ajustar la presión de capturas en función de la evolución censal. Según fuentes municipales, los datos recogidos permiten evaluar si las estrategias aplicadas están reduciendo las molestias para la ciudadanía.
Impacto sobre la salud pública y el patrimonio
El acumulado de excrementos de paloma genera problemas de higiene, sobre todo en bancos, plazas y elementos urbanos frecuentados. Aunque el Ayuntamiento afirma que por el momento no existen registros de enfermedades o infecciones transmitidas directamente por estas aves, los expertos advierten del riesgo sanitario si la población sigue creciendo.
Además, la llamada «palomina» resulta especialmente nociva para los edificios históricos. Las sustancias presentes en los excrementos deterioran materiales y dañan la estética de monumentos, siendo la catedral de León uno de los espacios más afectados. La Universidad de León sigue investigando métodos de protección y restauración frente a este problema, que afecta tanto a la belleza urbana como a la conservación del patrimonio.
La presencia masiva de palomas en León plantea un reto para la convivencia diaria, la gestión municipal y la protección de los espacios más emblemáticos. Entre la imagen bucólica y la realidad de las molestias cotidianas, la ciudad continúa buscando fórmulas para equilibrar la biodiversidad urbana y la calidad de vida de sus vecinos.