Tiburón ballena: reproducción, biología, alimentación y conservación

Última actualización: 31 octubre 2025
  • La reproducción es ovovivípara: embriones eclosionan dentro de la madre y los neonatos nacen vivos.
  • Filtrador de plancton y pequeños peces; también digiere algas y realiza grandes migraciones.
  • Especie en Peligro (UICN): amenazas por pesca, choques, contaminación y turismo mal gestionado.
  • Agregaciones clave (Yucatán, Ningaloo, Filipinas) y vida larga ligada a metabolismo lento.

Reproducción del tiburón ballena

Con su piel moteada y su porte imponente, el tiburón ballena (Rhincodon typus) es el pez más grande de la Tierra y, a la vez, uno de los más pacíficos. Aunque su tamaño recuerde al de una ballena, hablamos de un tiburón cartilaginoso con hábitos filtradores y costumbres tranquilas, cuya reproducción sigue rodeada de enigmas a pesar de los avances científicos.

Este gigante recorre aguas tropicales y subtropicales de todo el mundo, desde arrecifes costeros hasta mar abierto, con una vida larga y un metabolismo lento. Además, la especie está catalogada como En Peligro por la UICN (3.1); la pesca incidental, la caza ilegal, los choques con embarcaciones y la contaminación marina son algunas de las amenazas que hoy la ponen contra las cuerdas.

Identidad, taxonomía y etimología

El tiburón ballena es el único miembro vivo de su familia y su género: pertenece al reino Animalia, filo Chordata, subfilo Vertebrata, clase Chondrichthyes, subclase Elasmobranchii, superorden Selachimorpha, orden Orectolobiformes, familia Rhincodontidae y género Rhincodon. La especie es Rhincodon typus (Smith, 1829), descrita tras el hallazgo de un ejemplar en Sudáfrica en 1828 cuyo holotipo se conserva en París.

En la literatura zoológica han aparecido sinónimos históricos como Micristodus punctatus (Gill, 1865), Rhineodon (Denison, 1937), Rhiniodon typus (A. Smith, 1828), Rhinodon pentalineatus (Kishinouye, 1901) o Rhinodon typicus (Müller & Henle, 1839). El nombre de su género deriva del griego rhynchós (hocico) y odoús (diente), mientras que typus alude a una “marca” o “impresión” en su etimología.

El apodo «tiburón ballena» alude a su formidables dimensiones; en Vietnam se le venera como «Ca Ong» (Señor Pez) y en español recibe nombres populares como pez dominó, dámero o pez dama por su patrón de manchas. Su identificación moderna se consolidó con los trabajos de Andrew Smith, un médico militar británico que publicó la primera descripción detallada en 1849.

Tamaño, morfología y velocidad de nado

Es el pez viviente más grande, con longitudes habituales próximas a 10–15 m y pesos que pueden superar las 21 toneladas, aunque existan relatos no verificados de individuos mayores de 18 m. El registro documentado habla de un ejemplar de 12,65 m y más de 21,5 t capturado en 1947 cerca de Karachi, mientras que otras historias como la del barco Maurguani en 1934 carecen de pruebas científicas sólidas.

Presenta vientre blanco y dorso gris oscuro con líneas y puntos amarillentos o blanquecinos; cada individuo tiene un patrón único que permite su fotoidentificación. La piel es extraordinariamente gruesa (hasta 10 cm), el cuerpo es robusto con crestas longitudinales y la cabeza ancha y aplanada. Sus pequeños ojos se sitúan lateralmente y tras ellos aparecen los espiráculos; la boca, de hasta 1,5 m de ancho, alberga muchas hileras de dientes diminutos que, en la práctica, no usa para alimentarse.

Posee cinco grandes pares de branquias, dos aletas dorsales y poderosas pectorales. La cola cambia con la edad: en jóvenes la aleta superior es más larga, mientras que en adultos se asemeja a una media luna. No es un nadador especialmente eficiente, ya que se desplaza impulsando el cuerpo entero y promedia unos 5 km/h, una velocidad lenta para su tamaño.

Genómica, longevidad y fisiología

El genoma del tiburón ballena ronda los 3,2 Gb, con un 42% de contenido GC y cerca del 50% de elementos transponibles (aprox. 27% LINEs). Se han predicho en torno a 28.483 genes codificantes y la especie muestra una de las tasas evolutivas más lentas entre los vertebrados. La mayoría de sus genes son ancestrales (>684 millones de años), algunos surgieron entre 684 y 93 Ma, y aproximadamente el 35% ha aparecido en épocas recientes (93 Ma–presente), un panorama que conjuga conservación genómica e innovación.

Su gran longevidad parece relacionada con su elevada masa corporal y una tasa metabólica basal muy baja ajustada por masa y temperatura. El tamaño intrónico es relativamente grande por la expansión de elementos repetitivos, y se ha observado que genes vinculados a la conectividad neuronal son más extensos en esta especie. Correlaciones entre tamaño génico, metabolismo, mantenimiento telomérico, peso y vida máxima respaldan la idea de que hay un vínculo evolutivo entre arquitectura genómica y rasgos fisiológicos en el tiburón ballena y otros cordados, lo que ayuda a explicar su vida potencial de 80–100 años.

Distribución, movimientos y grandes agregaciones

Habita en aguas cálidas de zonas tropicales y subtropicales de todo el mundo, con la mayoría de registros dentro de ±31° de latitud y profundidades que alcanzan los 700 m. Aunque de naturaleza pelágica, en ciertas temporadas se desplaza a áreas costeras como Ningaloo Reef (Australia Occidental), Utila (Honduras), Donsol y Batangas (Filipinas), Holbox e islas y penínsulas de Yucatán y Baja California (México), Chocó (Bahía Solano y Nuquí, Colombia), costas de Venezuela (Ocumare de la Costa), el archipiélago de Zanzíbar (Pemba y Unguja, Tanzania), Ceiba y el archipiélago de las Perlas (Panamá) o Los Cóbanos (Acajutla, Sonsonate, El Salvador). En ocasiones aparece incluso en aguas más frías, como la costa de Nueva York.

Es habitual observarlo en solitario, aunque puede formar grupos cuando abunda el alimento. Se ha descrito que los machos se reparten por áreas más variadas, mientras que las hembras tienden a concentrarse en zonas concretas. Entre mayo y septiembre, al noreste de la península de Yucatán, pueden congregarse hasta 800 individuos en un área rica en plancton, y muchos regresan a la misma zona tras varios años, patrón que delata una fidelidad estacional notable.

En el golfo de California, alrededor del 20% de los jóvenes se distribuye entre las bahías de los Ángeles y de La Paz y suele recorrer entre 2.100 y 4.900 km, permaneciendo dentro del golfo posiblemente por alimento y protección frente a depredadores. Los adultos se desplazan al sur y las hembras preñadas abandonan el golfo, con pasos regulares por las islas Galápagos y la isla del Coco, donde el proyecto «Tiburón Ballena de Galápagos» ha avistado más de 200 ejemplares y ha marcado decenas de ellos.

En 2020 se documentó el recorrido completo de una hembra apodada Coco, de unos 12 m, entre Galápagos y la isla del Coco (aprox. 700 km), un hito que ha impulsado propuestas de ampliación de áreas protegidas binacionales de hasta 240.000 km² para proteger a tiburones, tortugas, rayas y otros grandes pelágicos. A escala global, se reconocen una docena de «puntos calientes» de avistamiento; pese a todo, sigue habiendo lagunas sobre su actividad durante la parte más fría del año.

Alimentación por filtración: qué comen y cómo lo hacen

El tiburón ballena es uno de los tres tiburones filtradores, junto al peregrino (Cetorhinus maximus) y el boquiancho (Megachasma pelagios). Consume fitoplancton, zooplancton, kril, larvas de crustáceos, calamares y bancos de peces pequeños (anchoas, sardinas, caballas y atunes juveniles). Pese a su dentadura diminuta, los dientes no participan en el procesado del alimento.

Para alimentarse, succiona grandes volúmenes de agua y, al cerrar la boca, la fuerza a pasar por peines branquiales que retienen las partículas. Entre el cierre de la boca y la apertura de los peines branquiales, el plancton queda atrapado en los dentículos dérmicos; todo lo que mide más de 2–3 mm queda retenido y se traga de inmediato. Incluso se ha observado que «tose» para limpiar branquias cuando se acumulan partículas, un curioso mecanismo de mantenimiento.

A diferencia del tiburón peregrino, que filtra de forma pasiva al nadar, el tiburón ballena bombea activamente agua a través de las branquias, incluso sin avanzar, y puede absorber alrededor de 1,7 l/s. No es raro verlo en posición vertical, subiendo y bajando para maximizar la filtración. Estudios populares citan que puede llegar a filtrar miles de litros por hora, y en Belice se congrega para engullir masivamente las huevas del pargo cubera, sincronizadas con fases lunares de mayo a julio.

Aunque durante décadas se consideró estrictamente carnívoro, hoy se sabe que también digiere algas, por lo que en términos dietarios ha sido descrito como el omnívoro más grande del planeta. Este ajuste de perspectiva encaja con su estrategia filtradora, donde el material vegetal marino aparece mezclado con el plancton y microrganismos de los que se nutre.

Reproducción: de las viejas hipótesis a la ovoviviparidad

Durante muchos años se creyó que era ovíparo por el hallazgo de huevos en el fondo marino y la observación, en 1910, de una hembra con 16 huevos en un oviducto. En 1956 se analizó un huevo en la costa de México. Todo eso cambió en 1996 con el descubrimiento en Taiwán de una hembra con unos 300 huevos: los embriones eclosionan dentro de la madre y los neonatos nacen vivos, lo que demuestra una ovoviviparidad inequívoca.

Las crías suelen medir entre 40 y 60 cm al nacer y los juveniles son raramente avistados, lo que ha dificultado estudios de crecimiento. Se estima la madurez sexual alrededor de los 9 m de longitud (en torno a los 30 años) y una vida media que puede rondar el siglo. Se sospecha que parte de la gestación y el alumbramiento ocurren a gran profundidad, fuera del alcance de las observaciones habituales.

Una hembra puede albergar cientos de embriones: el caso de Taiwán sigue siendo el mayor recuento conocido para un tiburón. Se han descrito embriones adheridos al vitelo en el interior del huevo que llegan a unos 50 cm y larvas que, tras absorber el vitelo, alcanzan unos 60 cm. Persisten interrogantes clave, como la duración exacta de la gestación o el papel de potenciales mecanismos de almacenamiento de esperma.

De hecho, existe un debate científico y divulgativo sobre si las hembras almacenan y «dosifican» esperma para fecundaciones sucesivas o si, por el contrario, la multipaternidad y la preferencia por determinadas parejas explican la diversidad genética en una camada. Dado su agudo olfato, no es descabellado que el olfato ayude a localizar pareja; sin embargo, faltan pruebas directas de «bolsas seminales» funcionales y la biología reproductiva de la especie sigue siendo un campo de estudio abierto.

Comportamiento con humanos y ecoturismo responsable

Pese a su tamaño, es un pez inofensivo para las personas: no es territorial ni agresivo y carece de dientes funcionales para morder presas grandes. Buceadores y snorkelistas relatan encuentros cercanos donde los animales se muestran curiosos y tolerantes; incluso circulan historias de individuos que se ponen boca arriba para que les rasquen la barriga y retiren parásitos, relatos que, aunque simpáticos, carecen de verificación sistemática.

El turismo de tiburón ballena ha crecido en México (Holbox, Isla Mujeres, Cancún, La Paz), Filipinas, Maldivas, Australia, Mozambique o Sudáfrica. En Oslob (Filipinas), por ejemplo, se les alimenta para atraerlos, una práctica controvertida por sus efectos a largo plazo. Las mejores experiencias se basan en reglas claras: no tocarlos, mantener distancia, limitar el número de nadadores y evitar embarcaciones demasiado cercanas.

Estudios recientes muestran que la presencia humana puede alterar su comportamiento, desplazar a los animales y afectar su gasto energético y velocidad, con potenciales efectos en el ecosistema. Cada 30 de agosto se celebra el Día Internacional del Tiburón Ballena, impulsado por la CONANP en México y con apoyos en países como India, para sensibilizar y fomentar medidas de conservación efectivas.

Conservación, amenazas y legislación

La UICN clasifica al tiburón ballena como En Peligro. Sus principales amenazas son la captura accidental en pesquerías industriales, la caza ilegal por su carne, aceite y aletas, los choques con barcos y la contaminación, en especial los plásticos. El cambio climático y la degradación de hábitats añaden presión sobre sus rutas y zonas clave.

Existen prohibiciones de pesca y comercio en varios países: Filipinas aplica la protección desde 1998 y Taiwán desde 2007 (donde se capturaban cerca de 100 ejemplares al año). Iniciativas como las migraciones documentadas entre Galápagos y la isla del Coco han servido para empujar ampliaciones de áreas marinas protegidas de gran escala, con el objetivo de frenar la pesca ilegal y salvaguardar a tiburones ballena, tortugas y otros grandes pelágicos.

Cautiverio y ciencia

Algunos acuarios han albergado o albergan tiburones ballena con fines educativos y de investigación. El Kaiyukan de Osaka cuenta con ejemplares emblemáticos; el Churaumi Aquarium en Japón ha mantenido y estudiado varios especímenes, y el Acuario de Georgia (Atlanta) ha alojado cuatro (machos Taroko y Yushan y hembras Alice y Trixie). En 2007 murieron dos machos, Ralph y Norton, eventos muy divulgados que reavivaron el debate sobre la idoneidad del cautiverio para esta especie.

Estos programas han permitido observaciones sobre alimentación, salud y comportamiento, e incluso ensayos relacionados con reproducción en cautividad, aunque el consenso científico sigue inclinándose hacia la protección del animal en libertad y la investigación basada en marcaje satelital, fotoidentificación y ciencia ciudadana en zonas de agregación.

Dónde y cuándo verlos

Las mejores oportunidades para observarlos se reparten por el planeta: en México (Holbox, península de Yucatán, Isla Mujeres, Cancún y Bahía de La Paz) suelen verse entre mayo y septiembre; en Filipinas (Donsol, noviembre–junio, y Oslob, prácticamente todo el año por alimentación artificial); en Australia (Ningaloo Reef, marzo–julio, en plena migración anual) y en Maldivas (Ari y Baa Atoll, con picos entre mayo y diciembre), por citar los destinos más populares.

También hay citas importantes en Seychelles (Mahé y alrededores, octubre–abril, siguiendo al plancton), Mozambique (Tofo Beach, octubre–marzo), Tanzania (isla de Mafia, octubre–marzo), Madagascar (Nosy Be, septiembre–diciembre), India (islas Lakshadweep, mayo–diciembre) e Indonesia (bahía de Cenderawasih, Papúa Occidental, con avistamientos regulares durante todo el año). A esto se suman enclaves conocidos como Tailandia, el mar Rojo, la isla de Navidad, las Galápagos (Ecuador) o Sodwana Bay (Sudáfrica), que refuerzan su distribución tropical global.

Curiosidades y nombres locales

Aunque a menudo se estiman vidas de 70–100 años, la edad exacta es difícil de precisar; se utilizan, entre otros métodos, las bandas de crecimiento en las vértebras. Se mueve despacio (en torno a 5 km/h), pero protagoniza migraciones de miles de kilómetros entre zonas de alimentación y de cría, y suele ir acompañado por peces como rémoras u otros pelágicos que actúan como “limpiadores” oportunistas.

Su boca puede incluir alrededor de 3.000 pequeños dientes en más de 300 filas, con una funcionalidad alimentaria mínima. En el plano cultural, recibe nombres como «butanding» (Filipinas) o «domino» (México) y en algunos lugares se considera símbolo de suerte. Se ha sugerido la presencia de fenómenos como biofluorescencia/bioluminiscencia en jóvenes y se ha especulado con una posible ecolocalización, puntos que siguen en estudio y requieren evidencias concluyentes.

Gigante gentil, filtrador voraz y viajero de largas distancias, el tiburón ballena combina una biología fascinante con retos urgentes de conservación: entender su ovoviviparidad, proteger sus corredores migratorios y reducir impactos humanos es clave para que esta especie en peligro siga cruzando los océanos con su inconfundible traje de lunares.

tiburón ballena comportamiento
Artículo relacionado:
Tiburón ballena: comportamiento, alimentación, hábitat y conservación