Problemas de encías en perros: guía completa con síntomas, causas y tratamiento

Última actualización: 19 octubre 2025
  • Las encías cambian de color según el problema: pálidas (anemia/shock), amarillas (ictericia), rojas (calor/sepsis/gingivitis), azules (cianosis) y negras patológicas.
  • La progresión típica va de placa y sarro a gingivitis y periodontitis, con halitosis, sangrado y dolor; el diagnóstico precisa radiografías y sonda periodontal.
  • El tratamiento depende del grado: higiene diaria, clorhexidina y profilaxis; en casos severos, tartrectomía, antibióticos, analgesia y extracciones.
  • La prevención con cepillado, dieta adecuada y revisiones regulares evita recaídas y reduce riesgos sistémicos en corazón, hígado y riñones.

Salud bucodental y encías en perros

La salud de la boca de un perro es mucho más que dientes blancos: habla del bienestar general y puede avisar de problemas serios. Las encías son una ventana al estado de salud, y sus cambios de color, textura u olor del aliento nos dan pistas que no conviene pasar por alto.

Aunque a primera vista cueste detectar el dolor oral, hay señales claras si sabemos dónde mirar. Halitosis persistente, encías enrojecidas o que sangran, babeo denso, cambios a la hora de masticar o incluso manchas de sangre en el bebedero pueden indicar enfermedad gingival o periodontal. Actuar pronto evita sufrimiento, extracciones dentales y complicaciones en órganos como corazón, hígado o riñones.

Colores de las encías y su significado clínico

En condiciones normales, las encías se ven de color rosado uniforme y húmedas. Ese tono rosado sano puede variar por raza (algunas, como Chow Chow, Akita o Shar Pei, presentan pigmentación oscura natural en lengua y encías), pero no debe confundirse con oscurecimiento patológico.

Encías blanquecinas o pálidas suelen relacionarse con dos situaciones: anemia (menos glóbulos rojos o hemoglobina y, por tanto, peor perfusión) o estado de shock (deshidratación severa, trauma, intoxicación con gastroenteritis), y obligan a consultar con rapidez.

Si las encías se ven amarillas, hablamos de ictericia: exceso de bilirrubina en sangre con tono amarillento en mucosas. Trastornos hepáticos, infecciones y anemia hemolítica son causas frecuentes y requieren valoración veterinaria urgente.

Un enrojecimiento intenso puede deberse a varias situaciones. Golpe de calor o sepsis tiñen las encías de rojo vivo y exigen atención inmediata. Si además están inflamadas y hay placa, probablemente se trate de gingivitis, que evoluciona de forma progresiva por mala higiene, dieta inadecuada o predisposición genética.

El color azulado o violáceo (cianosis) indica disminución de oxígeno en sangre y puede asociarse a insuficiencia respiratoria o cardíaca. Es una urgencia real. Encías grises o negras, cuando no son rasgo racial, se relacionan con enfermedad periodontal avanzada o tumores orales de los tejidos que sostienen el diente, y también requieren visita frecuente y rápida al veterinario.

Las encías con puntitos o manchas rojas que viran a azul oscuro (petequias o equimosis) reflejan microhemorragias de capilares, a veces por intoxicaciones, enfermedades hepáticas o trastornos autoinmunes como la trombocitopenia o plaquetas bajas en perros. No conviene esperar: hay que investigar la causa.

Síntomas frecuentes de problemas de encías en perros

El primer aviso, casi siempre, es el mal aliento. La halitosis indica acumulación de placa y sarro y, si no se interviene, progresará hacia inflamación y dolor. Revisa la boca de tu perro a menudo en busca de signos tempranos.

Atiende a estos indicios: encías rojas, hinchadas o que sangran; depósitos de sarro amarillento o marrón; babeo espeso; cambios al masticar (ruidos, preferencia por comida blanda, escupir el alimento) o restregarse el hocico.

Algunos perros muestran apatía, menos ganas de jugar y rechazan que les toquen la boca por dolor. También pueden aparecer restos de sangre en el bebedero o en los juguetes, así como hipersalivación viscosa.

Si detectas cualquiera de estos signos, es momento de acudir a la clínica. Las bacterias se esconden bajo la encía y para valorar el alcance real se necesitan radiografías dentales y una exploración completa con sonda periodontal.

Para complementar la higiene, además del cepillado, pueden usarse premios dentales específicos con textura porosa y diseño acanalado, útiles para limpiar zonas difíciles y refrescar el aliento. Pregunta al veterinario por las opciones más adecuadas para tu perro.

Problemas orales más comunes: de lo leve a lo serio

Lesiones bucales: los perros exploran y juegan con la boca, y a veces muerden objetos duros que dañan dientes y encías. Prioriza juguetes apropiados y evita huesos o elementos que puedan fracturar piezas dentales.

Dientes de leche retenidos: en el cambio dentario, algunos deciduos no caen a tiempo y bloquean la erupción de los permanentes. Esto favorece la acumulación de suciedad, apiñamiento y placa. A menudo se resuelve con una pequeña extracción.

Sarro: con el tiempo la placa se mineraliza y forma sarro adherido a dientes y bajo la encía. Razas pequeñas, higiene deficiente, dieta o ciertas enfermedades aceleran su aparición. Si no se elimina, abre la puerta a gingivitis y periodontitis.

Gingivitis: inflamación gingival por placa y sarro con encías sensibles, hinchadas y mal aliento. En fases iniciales, una limpieza profesional y antiinflamatorios pueden revertirla.

Periodontitis: etapa más avanzada donde ya se dañan los tejidos de soporte dental. Provoca sangrado, dolor, retracción gingival, movilidad e incluso pérdida de dientes; sin tratamiento, progresa y puede afectar al hueso.

Causas y factores que favorecen las infecciones de encía

La causa primária es el acúmulo de placa bacteriana que, con el tiempo, se calcifica. La saliva canina tiende a ser más alcalina, creando un entorno favorable para la placa. Si además hay azúcares en la dieta, los ácidos bacterianos aceleran el daño del esmalte.

  • Acumulación de sarro por ausencia de cepillado y limpiezas periódicas.
  • Malnutrición o dietas de baja calidad.
  • Tratamientos con corticoides prolongados que reducen defensas locales.
  • Contacto con agentes irritantes o cuerpos extraños.
  • Enfermedades sistémicas (diabetes, enfermedad renal crónica, inmunosupresión).
  • Trastornos autoinmunes, hiperplásicos, neoplásicos o víricos.
  • Mala higiene oral y genética (razas pequeñas y braquicéfalas con maloclusión y apiñamiento).

La suma de varios factores dispara el riesgo: perros de razas pequeñas con dientes apretados y dueños que no cepillan a diario son candidatos claros a enfermedad periodontal precoz.

Diagnóstico y cuándo acudir de urgencias

El veterinario realizará una exploración completa de la cavidad oral y, si lo requiere, radiografías dentales para evaluar pérdida ósea y bolsas periodontales. La sonda periodontal ayuda a medir profundidad y detectar áreas con infección subgingival.

Hay situaciones que no admiten espera: encías azuladas o violáceas (cianosis), rojo intenso con golpe de calor, encías muy pálidas (shock), color amarillento (ictericia) o encías oscuras no propias de la raza con dolor, pus o halitosis severa. En estos casos puede peligrar la vida del animal.

Cuando hay sarro extenso o afectación del tejido de soporte, la valoración con anestesia general permite una limpieza profunda y segura, pulido y tratamiento de las bolsas periodontales.

Tratamiento según el grado de la enfermedad

En gingivitis leve o moderada, la base es el control de placa. Cepillado diario con pasta enzimática y apoyo con geles o enjuagues de clorhexidina al 0,12 % reducen bacterias y facilitan la resolución.

Para la enfermedad periodontal (grados 3-4) se realiza tartrectomía y pulido bajo anestesia, con alisado radicular si hay bolsas profundas. El objetivo es eliminar placa y sarro visibles y ocultos.

En infecciones graves o abscesos se añaden antibióticos. Amoxicilina con ácido clavulánico a 12,5 mg/kg cada 12 h por vía oral es de primera línea; para anaerobios, metronidazol 10-15 mg/kg cada 12 h. Siempre bajo prescripción veterinaria.

El control del dolor es prioritario. AINEs como meloxicam 0,1 mg/kg por vía oral pueden emplearse, y para dolor moderado-severo, buprenorfina 0,01 mg/kg intramuscular, según criterio clínico y estado del paciente.

Cuando existen piezas móviles, fracturas expuestas o afectación irreversible, las extracciones dentales evitan focos de infección crónicos y mejoran notablemente la calidad de vida.

Tras tratar, el seguimiento es crucial: revisiones periódicas y planes de higiene adaptados según raza, edad y hábitos previenen recaídas y frenan la progresión.

Sobrecrecimiento gingival inducido por fármacos: un caso clínico

El engrosamiento o aumento de la encía puede deberse a un sobrecrecimiento gingival. Se produce por proliferación de células con morfología normal que, al no adherirse bien al diente, generan pseudobolsas que retienen restos de comida, pelo y bacterias, agravando la inflamación.

Esta condición se observa en perros y gatos y su origen puede ser hormonal, genético, farmacológico (ciertos inmunomoduladores) o por irritación crónica. El diagnóstico se confirma con biopsia e histología del tejido sobrecrecido, medición con sonda y estudio radiológico intraoral para valorar enfermedad periodontal asociada.

Ejemplo real: un West Highland White Terrier de tres años, tratado varios meses con un inmunosupresor específico, desarrolló hiperplasia gingival medicamentosa. Aunque al suspender el fármaco no remitió, no presentaba dolor oral evidente.

El abordaje consistió en gingivectomía para eliminar tejido y gingivoplastia para recontornear la encía, además del tratamiento de cualquier periodontitis concomitante. A los 10 días, la evolución fue favorable, con recuperación de la forma fisiológica del margen gingival.

Halitosis, pus y abscesos: por qué aparecen

Cuando la placa se acumula y se calcifica en sarro, la encía se inflama y puede formarse pus en el surco gingival. Si la infección progresa, hablamos de periodontitis con destrucción de hueso y ligamentos, movilidad e incluso pérdida dentaria.

Los abscesos orales también surgen por fracturas dentales o caries profundas. En fases avanzadas hay signos llamativos: halitosis intensa, inflamación facial o alrededor de los ojos, hipersalivación y rechazo de la comida seca, además de anorexia en casos severos.

El tratamiento de la gingivitis es potencialmente curativo porque aún no hay destrucción irreversible. En periodontitis, aunque se reduzca la inflamación, suelen quedar secuelas en tejidos de soporte. Además, las bacterias pueden pasar a la sangre y provocar infecciones en otros órganos, incluido el corazón (endocarditis).

Desarrollo dental por etapas y problemas asociados

El crecimiento oral se ordena en tres etapas con retos específicos. Detectar a tiempo y actuar pronto evita maloclusiones y complicaciones permanentes.

Etapa 1 (0 a 16 semanas): los cachorros nacen con sobremordida funcional para mamar. Luego la mandíbula inferior acelera su crecimiento. Si ciertos dientes de leche inferiores erupcionan antes de tiempo, pueden quedar atrapados detrás de los superiores e impedir el crecimiento adecuado. La extracción selectiva de deciduos permite que la mandíbula inferior alcance su longitud correcta.

Puede suceder lo contrario: la mandíbula inferior crece de más (submordida) desde edades tempranas. Algunos dientes superiores quedan atrapados y frenan el desarrollo del maxilar. Nuevamente, la extracción de dientes de leche afectados favorece que todo encaje mejor.

Otros problemas congénitos o de desarrollo en esta etapa incluyen dientes supernumerarios (solo se extraen si causan conflicto) o la mala posición de un diente de leche. Si hay asimetría entre lados, pueden retirarse dientes del lado menos desarrollado para facilitar que el crecimiento se equilibre.

Etapa 2 (16 semanas a 7 meses): el gran enemigo aquí es la retención de dientes de leche. Habitualmente, los incisivos centrales superiores caen hacia las 14 semanas y, en tres meses, se completa el recambio. Si un deciduo persiste cuando erupciona su homólogo permanente, provoca posición anormal y mordida defectuosa. Extraerlos a tiempo previene problemas mayores.

En esta fase también se detecta la inclinación anómala de caninos, tanto inferiores como superiores. Según edad y situación, puede emplearse ortodoncia veterinaria (sí, brackets) para alinearlos. La sobremordida incipiente a veces se trata con placas especiales; en casos severos se recurre a acortar coronas o extracciones.

Etapa 3 (7 meses a 1,5 años): otras malposiciones pueden requerir ortodoncia o extracciones. El apiñamiento se resuelve retirando una o más piezas para mejorar la higiene y la oclusión. En razas braquicéfalas son habituales los dientes muy rotados, y con frecuencia se opta por extraer los más conflictivos.

Plan de prevención y cuidados diarios

La prevención es la mejor medicina. Cepilla a diario con pasta dental específica canina (nunca de personas) y acostumbra a tu perro desde cachorro para que colabore sin estrés. La técnica y la constancia marcan la diferencia.

Complementa con enjuagues o geles de clorhexidina al 0,12 % cuando el veterinario lo indique, y con juguetes masticables o snacks dentales seguros que ayuden a reducir placa. También se pueden ofrecer huesos recreativos adecuados o astas tratadas, siempre supervisados y evitando riesgos de fractura.

Las revisiones profesionales deben ser al menos anuales, o más frecuentes en razas de riesgo. Las limpiezas veterinarias bajo anestesia permiten eliminar sarro subgingival y valorar lesiones ocultas con radiografías.

La alimentación importa: una dieta seca de calidad puede ayudar por su efecto abrasivo sobre el diente durante la masticación. Existen fórmulas con antioxidantes (vitaminas E y C, selenio), zinc y proteínas que favorecen la inmunidad, además de polifenoles con acción antibacteriana para frenar placa y caries.

Evita el exceso de azúcares y premios pegajosos y fomenta su hidratación. Educar a la familia sobre la higiene oral es clave para mantener los resultados a largo plazo.

Cómo identificar el dolor de encías cuando el perro no puede decirlo

El dolor oral no se ve como una cojera, así que hay que interpretar señales. Estos signos suelen acompañar la gingivitis y otras enfermedades orales:

  • Inflamación, enrojecimiento gingival visible.
  • Sangrado en boca, juguetes, cama, comedero o bebedero.
  • Bultos o abscesos con sangre o pus.
  • Mal aliento persistente.
  • Hipersalivación espesa, a veces con sangre.
  • Dolor al comer, mastica raro, escupe comida o prefiere blando.
  • Apatía, menos juego; puede estar más reactivo o reclamar mimos.
  • Evita que toques la boca y se queja al hacerlo.

Si ves varios de estos signos, no esperes: una exploración temprana evita que el problema vaya a más y reduce la necesidad de tratamientos invasivos.

Relación entre enfermedad oral y salud sistémica

Las bacterias de la boca pueden pasar al torrente sanguíneo y alcanzar órganos como corazón, hígado o riñones. Por eso, en perros con enfermedades crónicas se insiste en el control minucioso de la boca.

Tratar a tiempo la gingivitis impide que se convierta en periodontitis y reduce el riesgo de complicaciones sistémicas. En pacientes vulnerables, los protocolos de higiene y revisiones deben ser más estrictos.

Recuerda: la mayoría de problemas se previenen con rutina. Un cepillado bien hecho vale por muchos tratamientos si se convierte en hábito diario.

Conocer los colores normales de las encías y sus cambios, identificar síntomas como halitosis, sangrado o dolor al masticar, y saber cuándo ir de urgencias permite actuar con criterio. La combinación de diagnóstico profesional, tratamiento adaptado y prevención constante mantiene la boca sana, reduce el dolor y protege la salud general de tu perro a lo largo de toda su vida.

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