Señales en las encías de tu perro: colores, síntomas y cuidados

Última actualización: 18 octubre 2025
  • Identifica cambios de color en las encías (pálidas, azules, rojas o amarillas) y actúa con rapidez si aparecen signos de urgencia.
  • Vigila síntomas de enfermedad periodontal: mal aliento, sarro, sangrado, dolor al masticar o diente roto.
  • Realiza una revisión mensual en casa y refuerza con cepillado y snacks dentales recomendados por tu veterinario.

Señales en las encías del perro

Vigilar la boca de tu perro no te llevará más que un suspiro, y sin embargo puede evitar sustos serios. Dedicando unos segundos a revisar encías y dientes puedes detectar a tiempo problemas que, si se pasan por alto, terminan afectando a su bienestar general.

Este artículo reúne, ordena y amplía las principales señales que conviene conocer: desde el color normal y anormal de las encías, hasta síntomas de enfermedad periodontal, qué hacer ante un diente roto o cómo realizar una revisión en casa paso a paso. También incluimos pistas sobre otros sistemas del cuerpo que, aunque no son encías, influyen o se relacionan con la salud oral. El objetivo es que tengas un criterio práctico y claro sobre cuándo actuar en casa y cuándo pedir cita con tu veterinario.

Cómo son unas encías saludables en el perro

En condiciones normales, las encías caninas presentan un tono rosa chicle o rosa salmón, con una superficie lisa y ligeramente húmeda. No deben verse secas, rugosas ni con heridas. Un truco útil es la prueba de relleno capilar: presiona con suavidad la encía hasta que se blanquee y suelta; el color rosado debería regresar en 1–2 segundos.

Hay excepciones completamente normales. Algunas razas, como Chow Chow o Shar Pei, muestran pigmentación oscura total o parcial en encías y lengua. Estas encías negras o con motas pueden ser fisiológicas; lo importante es conocer el patrón habitual de tu perro y estar atento a cambios repentinos en la distribución o intensidad de esa pigmentación.

Síntomas que delatan enfermedad de encías y dientes

El primer aviso que suele notar la gente es el halitosis. Un aliento muy desagradable, persistente, puede asociarse a acumulación de placa bacteriana y enfermedad periodontal. A esto se suman encías enrojecidas, sensibles, que sangran al mínimo roce y un borde de sarro amarillento o marrón que se agarra como una costra al diente.

Fíjate también en la conducta al comer. Algunos perros mastican solo por un lado, dejan caer croquetas o emiten ruidos al masticar. Encontrar sangre en el bebedero o en juguetes que muerden, ver babeo espeso o un exceso de mucosidad oral, son señales que invitan a revisar la boca con calma.

Ante cualquiera de estos indicios, la visita al veterinario es clave. Muchas bacterias se esconden bajo la encía, en bolsas periodontales invisibles a simple vista. Las radiografías dentales ayudan a medir el daño oculto y a planificar el tratamiento (limpieza profesional, medicación, extracciones si procede).

El cuidado diario marca la diferencia. Cepillado regular, dieta adecuada y el uso de apoyos como “sticks” de limpieza diaria con textura porosa y diseño acanalado —por ejemplo, los de limpieza dental de marcas comerciales como Purina DentaLife— ayudan a reducir placa en zonas difíciles y a mantener un aliento más fresco. Consulta a tu veterinario qué opción encaja mejor con tu perro según tamaño, mordida y estado oral.

Un capítulo aparte es el diente roto. Puede partirse al morder piedras u objetos durísimos y, aunque parte del diente falte, el remanente puede quedar clavado o moverse. Además del dolor, existe riesgo de que la raíz quede expuesta y se forme un absceso si las bacterias acceden al canal radicular. Esta situación requiere atención profesional inmediata.

Colores de las encías: qué significan y cuándo preocuparse

El color de las encías es una ventana al sistema circulatorio y respiratorio. La referencia es el rosa saludable, y los desvíos sostenidos suelen indicar un problema de base.

Encías pálidas o blanquecinas. Suelen apuntar a anemia, pérdida de sangre, shock o mala perfusión. También pueden aparecer con infestaciones severas de parásitos (pulgas y garrapatas que “chupan” sangre, o parásitos internos), y en enfermedades renales que reducen la producción de eritropoyetina, con menos glóbulos rojos circulantes. Si además hay respiración superficial y taquicardia, el sangrado interno es una posibilidad y es una urgencia veterinaria.

Encías azuladas o moradas. Indican hipoxia: no llega suficiente oxígeno a los tejidos. Dificultades respiratorias, problemas cardíacos, neumonía o atragantamiento son causas típicas. Este color exige atención inmediata sin demoras.

Encías muy rojas o que sangran. Puede ser por gingivitis o periodontitis, pero también por golpe de calor, hipertensión o exposición a toxinas. A veces las encías se irritan por higiene deficiente o calor excesivo. Si se acompañan de letargo o jadeo intenso, deben valorarse con urgencia.

Encías amarillas. Ese tinte suele relacionarse con ictericia, que a su vez puede derivar de enfermedad hepática, problemas de vesícula, trastornos sanguíneos o alteraciones pancreáticas. El color amarillento en mucosas nunca es trivial y pide consulta.

Encías de tono oscuro o negro. Aquí hay matices: existe pigmentación normal por raza, pero un oscurecimiento progresivo no habitual puede asociarse a periodontitis, acantosis nigricans (alteración dermatológica) o tumores periodontales. Si se suman fiebre, halitosis fuerte, inflamación, pérdida de piezas o inapetencia, acude al veterinario sin dilación.

Revisión casera: cuatro pasos rápidos que sí funcionan

Lo ideal es realizar al menos una comprobación mensual, y siempre que notes cambios de comportamiento. Empieza por habituar a tu perro a que toques su boca con calma y refuerzos positivos, sobre todo desde cachorro.

Paso 1. Observa la cara y el morro buscando asimetrías o abultamientos extraños. Una hinchazón unilateral o dolor a la palpación son pistas de problemas dentales o de tejidos blandos.

Paso 2. Huele el aliento. Un olor inusualmente fuerte, metálico o “a podrido”, mantenido en el tiempo, se asocia a placa y a infecciones. El halitosis no es solo un tema estético; muchas veces avisa de enfermedad.

Paso 3. Eleva con suavidad los labios y mira dientes y encías a ambos lados y delante. Busca dientes descoloridos, sarro en el borde gingival, piezas sueltas o ausentes, sangrado, encías rojas o retraídas y dolor al tocarlas. La retracción gingival deja raíz expuesta y duele al masticar.

Paso 4. Si detectas alguna señal, pide cita con tu veterinario. Una infección periodontal no tratada puede extenderse, y el dolor oral merma el ánimo y la autonomía del perro. Recuerda que no existen prótesis dentales de uso rutinario en perros como en humanos; cuidar sus piezas es proteger su capacidad para alimentarse y defenderse.

Más pistas orales y de conducta que conviene tener en el radar

Algunos perros muestran dolor de boca sacudiendo la cabeza, frotándose el hocico con las patas o haciendo movimientos repetitivos con la mandíbula. La dificultad para masticar o la pérdida de apetito también pueden relacionarse con dolor dental u otras enfermedades sistémicas.

No todos los animales exhiben signos llamativos. Por eso, las revisiones veterinarias periódicas y las limpiezas profesionales cuando toca son tan útiles. La detección precoz evita complicaciones mayores y mejora mucho el pronóstico.

Prevención y cuidados diarios que marcan la diferencia

El cepillado dental regular con pasta específica para perros es la herramienta más eficaz para reducir placa. Complementa con juguetes o snacks dentales diseñados para la higiene, preferentemente con textura porosa y surcos que alcancen la línea gingival. Los sticks de limpieza diaria (como DentaLife de Purina) pueden ayudar si se usan con constancia y bajo recomendación profesional.

Evita que muerda piedras u objetos extremadamente duros: además de fracturar dientes, pueden incrustarse y lesionar la encía. Sobre los “huesos recreativos”, conviene matizar: aunque algunos tutores perciben beneficios higiénicos y emocionales, existe riesgo de fracturas dentales, obstrucciones o perforaciones. Si decides ofertarlos, hazlo siempre bajo criterio veterinario, adaptados al tamaño del perro y de forma controlada.

Cuida la dieta y la hidratación. Una alimentación equilibrada favorece la salud de encías y dientes, reduce la inflamación sistémica y mantiene un pelaje brillante. Si te planteas un cambio profundo de dieta (como BARF), hazlo guiado por un profesional y consulta nuestra guía sobre mejor nutrición para perros y gatos, para evitar déficits y problemas digestivos. Respecto a mitos, el lagrimeo no debe atribuirse sin más a “desintoxicaciones”; si persiste o se acompaña de otros signos, consúltalo.

Programa chequeos periódicos. Tu veterinario valorará cuándo conviene hacer una limpieza dental profesional, si hay piezas que deban extraerse o si se necesita tratamiento antibiótico. La prevención sale siempre más barata y menos dolorosa que tratar una periodontitis avanzada.

Lo que otras partes del cuerpo cuentan sobre su salud (y su boca)

Aunque aquí mandan las encías, el resto del cuerpo también da pistas útiles. El hocico debe estar ligeramente húmedo y más fresco que el resto del cuerpo; un morro muy seco y caliente puede asociarse a fiebre o deshidratación, mientras que cambios de color a pálido o amarillento hacen pensar en anemia o problemas hepáticos. La presencia de mocos, pus o sangre por la nariz requiere valoración, y las temperaturas extremas también alteran la humedad de la trufa.

En la boca, los perros adultos suelen tener 42 dientes bien alineados. Si faltan, están rotos o descolocados, puede haber dolor, malnutrición y riesgo de infecciones bacterianas que, en casos graves, se compliquen. Los bultos, llagas o masas en labios, carrillos o paladar han de examinarse pronto, porque existen tumores orales potencialmente malignos.

Los ojos deben verse limpios, brillantes y con coloración uniforme. Un enrojecimiento de la esclerótica, legañas, secrecciones, lagrimeo excesivo, párpados hinchados o pupilas de tamaño desigual son motivos para acudir a la clínica. La opacidad del cristalino es frecuente en mayores y puede indicar cataratas.

Con las orejas, el “olfato” manda: no deben despedir un olor intenso y desagradable. La presencia de cerumen excesivo, pus, enrojecimiento, rascado constante, agitación de cabeza o inclinación hacia un lado apunta a otitis, alergias o cuerpos extraños. La pérdida auditiva puede ser por infecciones o por edad; que lo valore el veterinario. Como suplemento nutricional, algunos tutores utilizan aceite de coco, pero no debe instilarse en el oído sin indicación profesional.

En piel y pelaje, busca brillo, suavidad y ausencia de enrojecimiento o costras. Un manto seco y mate puede asociarse a deshidratación, dieta pobre o dermatitis; parásitos como pulgas, garrapatas o ácaros empeoran el cuadro. La prevención antiparasitaria y una dieta equilibrada mantienen la piel en forma.

Las articulaciones hablan: cojera, rigidez, dolor al moverse o dificultades para subir escaleras delatan problemas articulares. Razas grandes (Pastor Alemán, Labrador, Golden) son más propensas a displasia de cadera; ciertas razas pequeñas (Teckel, Yorkshire) a luxación de rótula. Palpa en busca de calor, dolor o limitación del movimiento y, si cojea, revisa almohadillas por cuerpos extraños. Grabar la cojera ayuda mucho al diagnóstico.

La zona genital y el ano también se deben vigilar. En machos, comprueba que ambos testículos estén en el escroto a partir del año para reducir riesgos futuros. En hembras, observa la vulva: fuera del celo no debe haber secreciones espesas o sanguinolentas. Lleva un registro de los ciclos y consulta ante bultos mamarios o cambios llamativos en la zona. En el ano, la inflamación, secreción o problemas en glándulas anales (incluida la fístula perianal) requieren atención. Infecciones urinarias, incontinencia, tumores, hernias o prolapsos también pueden presentarse.

Cuándo acudir al veterinario sin demora

Hay signos que no admiten espera: encías azules o moradas; encías pálidas que no recuperan color tras presionar; encías muy rojas con jadeo intenso o decaimiento; encías amarillas; sangrado persistente; bultos en la boca; diente roto; dolor evidente al tocar la encía; halitosis muy acusado con pérdida de apetito; respiración superficial y taquicardia (pensando en hemorragia interna). En todos estos casos, mejor llamar y acudir cuanto antes.

Preguntas frecuentes (respuestas rápidas)

¿Cómo compruebo si las encías están sanas? Levanta el labio con buena luz, verifica que el color sea rosa y realiza la prueba de relleno capilar (1–2 segundos para recuperar el color). La textura debe ser lisa y húmeda.

¿Qué significa que estén pálidas o blancas? Puede indicar anemia, shock, mala circulación o hemorragias internas. Es una urgencia veterinaria si se acompaña de otros síntomas.

¿Por qué pueden verse muy rojas? Gingivitis, inflamación intensa, golpe de calor, hipertensión o exposición a toxinas. Si hay letargo o jadeo excesivo, acude de inmediato.

¿Cada cuánto reviso las encías? Al menos una vez al mes y siempre que notes cambios de conducta, mal aliento, dolor o sangrado. La constancia detecta variaciones sutiles.

¿Qué problemas revelan cambios de color? Desde anemia y enfermedades cardíacas o respiratorias, hasta patologías hepáticas y procesos dentales. Cualquier cambio llamativo merece evaluación.

¿Es normal ver encías oscuras o manchadas? En ciertas razas sí, por pigmentación natural. Lo importante es conocer el patrón habitual y vigilar cambios repentinos en color o distribución.

¿Qué hago si las encías se vuelven azuladas o moradas? Acudir al veterinario de inmediato: suele ser falta de oxígeno por problemas respiratorios, cardiacos o atragantamiento. No esperes a que “se pase”.

¿Por qué pueden volverse amarillas? La ictericia suele relacionarse con enfermedad hepática, vesícula o trastornos sanguíneos. Requiere pruebas veterinarias.

¿Y si aparecen puntos o manchas rojas puntiformes? Podrían ser pequeñas hemorragias por problemas vasculares o hepáticos. Necesitan valoración profesional para descartar causas serias.

Estar pendiente del color, la textura y la sensibilidad de las encías —y de cómo come, mastica y se comporta tu perro— te da una ventaja enorme para proteger su salud. Con revisiones caseras rápidas, higiene constante y consulta temprana ante cambios, evitarás que un problema silencioso se convierta en algo serio y tu compañero peludo seguirá comiendo, jugando y sonriendo como siempre.

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