- El pulpo destaca por su inteligencia y habilidades sensoriales únicas
- Investigaciones demuestran su capacidad de reconocer extremidades falsas e integrar estímulos
- El camuflaje, la manipulación de objetos y su uso de herramientas asombran a la ciencia
- La pesca intensiva, el cambio climático y la cría industrial amenazan su bienestar y futuro
Entre las criaturas marinas, hay pocas tan singulares, complejas y sorprendentes como el pulpo. Este animal, conocido por su aspecto peculiar y sus ocho brazos, lleva años captando la atención tanto de científicos como del público general gracias a su inteligencia fuera de lo común. Sin embargo, en los últimos tiempos, distintos estudios y polémicas en torno a su explotación han puesto de manifiesto cómo, además de su asombroso mundo interior, afronta importantes retos de conservación.
La vida del pulpo resulta fascinante por su sistema nervioso descentralizado, la variedad de comportamientos adaptativos que desarrolla y la estrecha relación que tiene con el entorno marino en el que vive. A lo largo de los años se han acumulado evidencias de que estos invertebrados poseen una inteligencia comparable a la de algunos vertebrados, lo que ha despertado nuevas dudas éticas sobre su manejo y protección.
Una inteligencia y percepción corporal extraordinarias

Múltiples experimentos han demostrado que el pulpo es capaz de reconocer y reaccionar ante estímulos que imitan partes de su propio cuerpo. Un reciente estudio realizó una adaptación del famoso experimento de la «mano falsa», en el que se mide cómo los cerebros reconocen apéndices artificiales como propios. Tras ocultar uno de sus brazos reales y acariciar simultáneamente un brazo de gel visible, los científicos observaron que, al provocar un pequeño pellizco en el tentáculo ficticio, los pulpos presentaban respuestas defensivas inmediatas como cambios de color, retracción o huida. Esto indica que pueden integrar información visual y táctil, asociando la extremidad falsa con su propio cuerpo.
No todos los contextos provocan este efecto: solo la estimulación sincronizada y precisa genera la ilusión de pertenencia corporal en el pulpo. Así, incluso con una organización neuronal muy distinta a la de los mamíferos, estos animales revelan mecanismos de percepción y autoconciencia inesperadamente complejos.
El arte de la supervivencia: camuflaje, herramientas y estrategias juveniles

Otra de las grandes habilidades del pulpo es el camuflaje avanzado. Utilizando células especializadas llamadas cromatóforos y papilas, son capaces de modificar su color y la textura de su piel en cuestión de segundos, mimetizándose con rocas, arena o algas. Hay incluso vídeos virales donde algunos ejemplares se transforman hasta adquirir el aspecto de criaturas mucho mayores o irreconocibles para distraer a depredadores o confundir a curiosos.
Pero su creatividad no acaba ahí. Investigaciones realizadas en Galicia con pulpos juveniles de la especie Octopus vulgaris revelaron que estos animales utilizan conchas como refugios portátiles. No solo escogen las más adecuadas según su tamaño, sino que las modifican de manera activa, las orientan verticalmente para vigilar el entorno o refuerzan sus refugios con otros restos marinos. Incluso han sido observados desplazándose con una forma particular de locomoción bípeda, utilizando dos tentáculos para moverse sigilosamente y mantener el camuflaje.
Todas estas estrategias demuestran una flexibilidad cognitiva y una capacidad de adaptación poco frecuentes en invertebrados, poniéndolos al nivel de otros animales reconocidos por su uso de herramientas y elaboración de estrategias en la naturaleza.
Pesca, consumo internacional y sostenibilidad

El pulpo es, además, un producto gastronómico apreciado en el sur de Europa y otras partes del mundo. Regiones como Galicia, Portugal, Italia y Grecia han hecho del pulpo una parte central de su cocina. Sin embargo, la creciente demanda internacional y la disminución de las capturas locales han llevado a la explotación de caladeros en África Occidental y América, como México, que es hoy uno de los principales exportadores a Europa.
Ante la presión sobre las poblaciones salvajes, se han impulsado iniciativas para garantizar la pesca sostenible, como la Alianza por el Pulpo en Yucatán o la certificación del Marine Stewardship Council (MSC) que obtuvieron los pesqueros de Asturias. Las técnicas utilizadas varían entre la pesca artesanal con nasas y métodos más industriales, y en ambos casos se hace hincapié en seleccionar ejemplares adultos y devolver al mar aquellos que no cumplen el tamaño mínimo, para evitar el agotamiento de la especie.
Cría industrial, debates éticos y amenazas ambientales

A la preocupación por la sobreexplotación se suma la polémica por la cría intensiva de pulpos en granjas. En Galicia, la reciente autorización de un criadero en Moaña ha sido objeto de debate y oposición por parte de asociaciones animalistas y expertos en medio ambiente. Organizaciones como PACMA cuestionan la viabilidad ética y ecológica de mantener a animales tan inteligentes en condiciones artificiales. Además, señalan los posibles problemas de bienestar, salud y sostenibilidad que podrían derivarse de este modelo de acuicultura.
Muchos científicos han desaconsejado criar pulpos en cautividad, advirtiendo de consecuencias negativas para los animales y el entorno. El debate sigue abierto y se exige la máxima transparencia en los estudios e informes que avalen tales proyectos, que podrían marcar un precedente para el futuro del sector.
El impacto del cambio climático en las poblaciones de pulpo
El clima también juega un papel determinante para el futuro del pulpo. El aumento de la temperatura de las aguas ya está afectando a especies como Octopus maya y Octopus vulgaris, al modificar los patrones reproductivos y favorecer la aparición de malformaciones en sus embriones en condiciones de estrés térmico. Las hembras dejan de desovar cuando la temperatura marina supera ciertos umbrales, lo que provoca que el número de juveniles disminuya y los adultos se desplacen hacia zonas más profundas o lejanas.
Diferentes países estudian aumentar la talla mínima de captura y adoptar nuevas regulaciones para garantizar la sostenibilidad pesquera y la supervivencia de un animal que regula los ecosistemas costeros.
Un animal fascinante que desafía los límites de la ciencia
El pulpo sigue sorprendido a quienes estudian su biología, así como a quienes los observan en libertad o en acuario. Su inteligencia, creatividad y adaptabilidad lo convierten en un caso único entre los animales marinos. Desde los experimentos de percepción corporal y camuflaje hasta la manipulación de objetos y la solución de problemas complejos, el pulpo demuestra capacidades que redefinen lo que pensamos sobre la conciencia animal.
Por todo ello, la protección de sus entornos y la regulación responsable de su explotación son imprescindibles. La ciencia continúa arrojando luz sobre un invertebrado que, a pesar de estar tan alejado evolutivamente de los humanos, comparte con nosotros habilidades cognitivas avanzadas y una sorprendente capacidad de adaptación. El reto ahora es garantizar que, frente a las amenazas, el pulpo siga habitando nuestros mares como maestro del disfraz, arquitecto de refugios y protagonista discreto pero esencial de los ecosistemas oceánicos.


