- Campesinos hallaron una boa de entre 6 y 7 metros y la mataron por miedo.
- Podría ser una boa constrictora, especie no venenosa con valor ecológico.
- Autoridades lamentan el hecho y señalan que estos reptiles rara vez atacan.
- Lluvias y deslaves habrían desplazado al animal; se espera postura del IBA.

El hallazgo de una serpiente de gran tamaño en Zapotitlán de Méndez, en la Sierra Norte de Puebla, ha generado un intenso debate público. Vecinos que realizaban labores en el campo se toparon con una boa de entre seis y siete metros de longitud, un tamaño que recuerda a la titanoboa y, ante el miedo por su presencia en la zona poblada, decidieron acabar con su vida.
Lo ocurrido ha puesto sobre la mesa preguntas sobre la convivencia con la fauna local: expertos apuntan que el ejemplar habría sido una boa constrictora, una especie no venenosa que cumple una función relevante en el control de roedores y otras plagas, por lo que su muerte supone también una pérdida ambiental.
El hallazgo en la Sierra Norte
Según relataron testigos, el reptil fue avistado durante una faena en el campo, en un paraje de maleza espesa donde su presencia resultó impactante por el tamaño. Varios vecinos aseguraron que nunca habían visto un animal así en el pueblo.
Tras matarla, comenzó a circular en redes la fotografía de la enorme boa colgada de las ramas de unos árboles. Quienes participaron justificaron su actuación al considerar al ejemplar un posible riesgo para el ganado y los niños de la comunidad.
¿Qué especie era y qué riesgo supone?
Por las características descritas, se cree que se trataba de una boa constrictora. Estas serpientes, aunque voluminosas, suelen ser esquivas y no cuentan con veneno. Los ataques a personas son infrecuentes y, por lo general, ocurren cuando se sienten acorraladas o amenazadas.
Además de su carácter no agresivo, su papel ecológico es clave: contribuyen al equilibrio ecológico al depredar roedores y otras especies que pueden convertirse en plagas. La eliminación de ejemplares adultos reduce esa regulación natural en los alrededores.
Reacciones de autoridades y ciudadanía
Las autoridades ambientales lamentaron el suceso y subrayaron que el miedo y el desconocimiento pesan a la hora de tomar decisiones precipitadas. Se espera que el Instituto de Bienestar Animal emita un posicionamiento con recomendaciones para futuros avistamientos.
En redes sociales se desató un debate: mientras algunos defendieron a los pobladores por priorizar la seguridad local, otros recalcaron la pérdida de un ejemplar inusual y criticaron que no se avisara a las instancias competentes para su manejo.
El papel de la lluvia y los deslaves
Vecinos y defensores ambientales apuntaron que, debido a las lluvias intensas recientes y los deslaves registrados en la región, la serpiente pudo haber descendido desde zonas más altas en busca de refugio o alimento, desorientada por cambios bruscos en su hábitat.
Cuando el entorno natural se altera por fenómenos meteorológicos y por el cambio climático, es más probable que la fauna silvestre se acerque a áreas habitadas. En estos contextos, la convivencia responsable requiere prudencia, información y canales de aviso claros.
Qué hacer ante el avistamiento de fauna silvestre
Ante un encuentro con una serpiente de gran tamaño, la clave es mantener la distancia y evitar acciones que puedan estresar al animal. Siempre es preferible no intentar capturar o agredir al ejemplar y contactar con profesionales.
- Llamar a protección civil o a las autoridades ambientales competentes.
- Señalizar la zona para que otras personas no se acerquen.
- Proporcionar la ubicación exacta y, si es seguro, fotos a distancia para la identificación.
- Esperar la intervención de personal especializado del IBA u organismos afines.
A medio y largo plazo, la educación ambiental en escuelas y comunidades de la Sierra Norte puede reducir el miedo y fomentar decisiones informadas, priorizando la seguridad sin renunciar a la protección de la fauna nativa.
Lo sucedido en Zapotitlán de Méndez, con una boa de entre seis y siete metros abatida por temor, refleja la tensión entre la seguridad vecinal y la conservación: el contexto de lluvias y deslaves, el valor ecológico de una especie no venenosa y la necesidad de protocolos claros y atención institucional marcan las lecciones inmediatas para evitar que un episodio similar vuelva a terminar del mismo modo.
