Especies marinas en peligro: guía completa con ejemplos y causas

Última actualización: 25 octubre 2025
  • España alberga una gran biodiversidad marina pero convive con especies clave amenazadas como la foca monje, la tortuga boba o el rorcual común.
  • Las principales presiones son sobrepesca, contaminación plástica y química, cambio climático, pérdida de hábitat y ruido submarino.
  • La recuperación requiere áreas protegidas efectivas, pesca regulada, mitigación climática, menos plásticos y más ciencia y educación.
  • Casos críticos como la vaquita marina y la anguila europea evidencian la urgencia de actuar a escala local y global.

Especies marinas en peligro en los océanos

La vida bajo el mar atraviesa un momento delicado: numerosas especies marinas están al límite por la combinación de presión humana y cambios ambientales. Desde grandes cetáceos hasta pequeños invertebrados, su supervivencia pende de un hilo y, con ella, el equilibrio de ecosistemas que regulan el clima, sostienen pesquerías y proporcionan servicios esenciales para millones de personas.

Este artículo reúne y reescribe de forma minuciosa la información clave que ofrecen las fuentes más relevantes sobre el tema para que tengas una visión completa y actual del problema. Encontrarás qué animales están amenazados, por qué han llegado a esta situación, dónde se localizan, qué singularidades los caracterizan, y qué acciones ya están en marcha para revertir la tendencia, con ejemplos destacados en España y en el resto del mundo.

Animales marinos en peligro de extinción en España

España, con más de 10.000 especies marinas registradas, encabeza la diversidad marina en Europa, aunque esa riqueza no la libra de amenazas. A continuación, repasamos las especies más emblemáticas en riesgo presentes en aguas españolas, con especial atención a sus rasgos, distribución y tamaño.

Foca monje del Mediterráneo

La foca monje presenta un cuerpo robusto y fusiforme, cabeza redondeada y hocico marcado; los adultos miden en torno a 2–2,8 metros y pesan 240–300 kg, mientras que las crías rondan 88–103 cm y 15–26 kg. El pelaje es oscuro (gris o pardo) por arriba y claro en el vientre. Antaño ocupaba playas y cuevas de todo el Mediterráneo, el mar Negro y parte del Atlántico (incluidas islas del noroeste africano); hoy su presencia se ha fragmentado en tres núcleos: Mediterráneo oriental (con poblaciones importantes en islas), Mediterráneo occidental (Argelia y Marruecos) y Atlántico nororiental (Cabo Blanco, entre Mauritania y Sáhara Occidental, y archipiélago de Madeira).

Tortuga boba (Caretta caretta)

La tortuga boba es de talla media, con caparazón hasta 120 cm (medido en recta) y alrededor de 200 kg de peso. Se distingue por la cabeza grande con pico y cuello vigorosos, y por una coloración dorsal parda con bordes anaranjados y vientre blanquecino amarillento. En la cabeza muestra dos pares de escamas prefrontales; el caparazón cuenta habitualmente con 5 escudos vertebrales, 5 costales, 11–13 marginales por lado y 2 supracaudales. La escama nucal contacta con las dos primeras costales (a diferencia de la tortuga verde o la carey). Las aletas anteriores y posteriores poseen 2 uñas. Los machos, algo mayores, exhiben cola más larga y gruesa (puede superar 30 cm), que apenas asoma en hembras adultas.

En España es la tortuga marina más habitual, con juveniles abundantes (hasta 70 cm de caparazón) en el mar de Alborán y en áreas de Baleares y Canarias; recursos sobre tortugas marinas en peligro explican las amenazas y medidas de protección. Es menos frecuente en Atlántico y Cantábrico, aunque sigue utilizando estas aguas como zonas de alimentación y paso.

Delfín mular (Tursiops truncatus)

Es un delfín de silueta compacta, con pico bien diferenciado del melón, y aleta dorsal alta y curvada en el centro del dorso. Posee alrededor de 100 dientes en cada maxilar. La coloración varía geográficamente, pero suele ir de gris oscuro a gris claro en el lomo y de blanco a rosado en el vientre. Al nacer miden cerca de 1 m; los adultos alcanzan 1,9–3,8 m de longitud y 150–650 kg. Se reconocen dos ecotipos: uno costero, más pequeño y esbelto, y otro oceánico, mayor y más robusto (tipos de delfines).

Tortuga carey (Eretmochelys imbricata)

De tamaño medio y caparazón alargado con escudos imbricados y borde aserrado, la tortuga carey es inconfundible. En juveniles muy pequeños esas características pueden ser menos evidentes. Presenta 5 escudos vertebrales, 4 pares de escudos laterales y más de 10 pares de marginales; los dos supracaudales son duros. Su patrón de color ha de amarillo claro/blanco con manchas oscuras dispersas. Las hembras adultas suelen medir 60–90 cm de caparazón recto; los machos observados, entre 71 y 85 cm. La cabeza, recubierta de escamas queratinizadas, se alarga con la edad hasta aproximarse a una proporción de longitud doble respecto al ancho. Es la más tropical de las tortugas marinas, ocupando playas, mar abierto, aguas costeras y arrecifes del Atlántico, Pacífico e Índico según la fase del ciclo vital.

Marsopa común (Phocoena phocoena)

Es el cetáceo más pequeño del Atlántico Norte, con 130–180 cm de longitud y 25–90 kg de peso; las hembras suelen ser ligeramente mayores. La cabeza es roma, sin pico definido. Las aletas pectorales son redondeadas, y la dorsal, baja y triangular, se sitúa en mitad del dorso. Una rareza de algunos individuos es la presencia de pequeños tubérculos epidérmicos en el borde anterior de la aleta dorsal. El color es negro acastañado en el dorso, con flancos cenicientos que difuminan hacia blanco central; las aletas pectorales son negras y una línea oscura las une con la parte inferior de la boca. Habita preferentemente plataformas continentales, aunque se desplaza por diversos fondos y taludes.

Lapa ferrugínea (Patella ferruginea)

Una de las lapas más llamativas del Mediterráneo por su gran tamaño y gruesas costillas radiales. Puede superar los 10 cm (lo normal es 7–8 cm). La concha es grande y sólida, con 30–50 costillas elevadas, a menudo nodulosas e irregulares; suele estar erosionada y cubierta por algas o bellotas de mar. La forma varía según el oleaje y la altura en la costa (más cónica en zonas altas poco batidas). El color externo va de ferruginoso a crema (jóvenes con anillos irregulares oscuros), y el interior es blanco marmóreo con impresión muscular oscura y borde pardo. Vive en el mediolitoral superior, por encima del nivel medio del mar, en sustratos con película microbiana de diatomeas y cianobacterias sobre la que pasta; su distribución se solapa con Patella nigra en el mar de Alborán.

Rorcual común (Balaenoptera physalus)

Ballena estilizada y muy hidrodinámica, con aleta dorsal en el tercio posterior y aleta caudal rematada en punta con reborde gris. La longitud media alcanza los 18 m, y las hembras pueden llegar a 19 m; el peso ronda las 90 toneladas. La coloración es gris oscura en dorso y flancos, y blanca en la parte ventral. Posee de 260 a 480 barbas por lado, casi negras salvo las delanteras del lado derecho, que son blanquecinas. Se distingue por la asimetría de la mandíbula inferior (más oscura en el lado izquierdo), una mancha blanca supramandibular y una marca en V entre los orificios del espiráculo. Es pelágico, frecuente en aguas templadas y polares de todos los océanos (raro en trópicos); en el Mediterráneo es de los misticetos más comunes y su presencia está ligada a la disponibilidad de presas más que a un hábitat fijo.

Fauna marina amenazada en España y el mundo

Lista destacada de especies amenazadas a escala global

Más allá de nuestras costas, el panorama internacional agrupa animales muy populares y otros poco conocidos pero igualmente vulnerables. A partir de los listados de referencia, aquí tienes una relación de 35 especies marinas especialmente sensibles a la presión humana y al cambio climático:

  • Vaquita marina
  • Ballena azul
  • Delfín de Héctor
  • Delfín del río Irawadi
  • Nutria marina
  • Raya águila de cabeza larga
  • Manta gigante
  • Tiburón martillo
  • Tiburón ballena
  • Tortuga lora
  • Tortuga boba
  • Tortuga laúd
  • Tiburón raya
  • Pulpo paraguas
  • Pez de sierras estrechas
  • Atún rojo del Atlántico
  • Pez Napoleón
  • Sargo cabezón
  • Pez luna
  • Cornuda planeadora
  • Puffadder shyshark
  • Tiburón mudo
  • Anguila europea
  • Anguila japonesa
  • Caballito de mar listado
  • Caballito de mar espinoso
  • Pepino de mar japonés
  • Pepino de mar común
  • Caracol cono venenoso
  • Manatí del Caribe
  • Dugongo
  • Foca monje del Mediterráneo
  • Albatros viajero
  • Frailecillo atlántico
  • Corales

Algunas de estas especies presentan poblaciones muy mermadas o fragmentadas; la vaquita mariposa, por ejemplo, se encuentra al borde del colapso por capturas accidentales, mientras que los grandes tiburones encajan el impacto de la sobrepesca y el comercio de sus partes.

Amenazas principales: qué está empujando a las especies al límite

Varias presiones actúan a la vez, y su efecto combinado ahoga la recuperación. La sobrepesca y artes destructivas como el arrastre deterioran fondos, capturan fauna no objetivo y reducen drásticamente la biomasa. En especies comerciales (atunes, meros, tiburones), las extracciones por encima de su capacidad de reposición hunden los stocks.

La contaminación es ubicua: cada año entran al océano millones de toneladas de plásticos, que se fragmentan en microplásticos e invaden cadenas tróficas. Tortugas que confunden bolsas con medusas, cetáceos enredados o aves marinas con estómagos llenos de residuos son ya imágenes demasiado frecuentes. A esto se suman vertidos de hidrocarburos y contaminantes químicos procedentes de tierra.

El calentamiento global golpea por partida doble: por un lado, el aumento de la temperatura del agua dispara blanqueamientos masivos de corales y altera corrientes y áreas de distribución; por otro, la acidificación, fruto de la mayor absorción de CO2, complica la formación de conchas y esqueletos calcáreos en moluscos y corales.

La transformación del litoral mediante urbanización costera, infraestructuras y acuicultura intensiva destruye manglares, praderas de fanerógamas marinas y arrecifes, que actúan como viveros, refugios y zonas de alimentación para peces, crustáceos y tortugas.

Por último, el ruido submarino por tráfico marítimo y prospecciones sísmicas interfiere en la ecolocalización, las rutas de desplazamiento y la reproducción de mamíferos marinos, añadiendo estrés a poblaciones ya debilitadas.

Casos emblemáticos y datos que conviene conocer

El símbolo del riesgo extremo es la vaquita marina, con menos de 60 ejemplares estimados, víctima de redes agalleras y otras artes de enmalle. Sin medidas contundentes contra la captura incidental, su futuro es sombrío.

La ballena azul, el animal más grande del planeta, arrastra secuelas de la caza industrial y mantiene núcleos reducidos en áreas como el Golfo de California y el sur de Chile. La ballena gris desapareció del Atlántico Norte y del Pacífico occidental, confirmando que la recuperación de grandes cetáceos es un proceso lento y frágil.

Los tiburones llevan la peor parte: uno de cada cuatro tiburones está amenazado. Se estima que se comercializan decenas de millones de ejemplares anuales (en torno a 38 millones), entre dos y cuatro veces lo permitido, incluyendo especies emblemáticas como el tiburón blanco, el tiburón cebra o el tiburón ballena, este último además presionado por el aleteo y la degradación de su hábitat.

Entre los delfines, destacan los de cabeza blanca de Nueva Zelanda, poblaciones pequeñas y muy localizadas, y el delfín del río Indo, afectado por presas, pérdida de caudal y enmalles. El delfín mular costero, pese a su fama, sufre en varias regiones por interacciones con pesquerías y contaminación.

Las tortugas marinas (verde, carey, laúd, lora y boba) están amenazadas en mayor o menor grado. Además de las capturas accidentales, padecen el saqueo de nidos y la ingestión de plástico. En el caso de la carey, la presión por consumo y la exportación ilegal de tortugas marinas han sido históricas, aunque hoy el intercambio está prohibido en la mayoría de países.

Entre los peces de interés comercial, el atún rojo del Atlántico y el atún rojo del sur han sufrido sobrepesca intensa; la gestión internacional mejorada y las cuotas ayudan, pero los riesgos persisten con mercados muy rentables. El pez Napoleón, uno de los lábridos más grandes del Indo-Pacífico, se ve penalizado por su lenta reproducción y la demanda.

En mamíferos sirénidos, el manatí del Caribe cuenta con menos de 3.000 individuos en determinadas áreas por contaminación de las aguas (que afecta a las algas de las que se alimenta), pérdida de hábitat y colisiones con embarcaciones. El dugongo también ha retrocedido ampliamente.

Entre las aves marinas, el pingüino de Magallanes ha padecido derrames de petróleo y la reducción de sus presas por cambios en el océano. La presión sobre albatros y frailecillos evidencia que la crisis no afecta solo a peces y mamíferos.

La anguila europea vive un momento crítico en todo su rango (aguas dulces, estuarios y mar abierto del Atlántico nororiental). La combinación de pesca, barreras fluviales, contaminantes y dificultades para completar su migración al mar de los Sargazos ha desplomado su abundancia.

Otros invertebrados como el pulpo paraguas (relacionado con el llamado pulpo Dumbo) muestran vulnerabilidad por su distribución restringida en áreas concretas de Nueva Zelanda. En paralelo, los corales que sustentan arrecifes tropicales sufren blanqueamientos recurrentes, y las almejas gigantes acusan la acidificación del océano, que dificulta calcificar sus estructuras. Asimismo, existen iniciativas sobre conservación de estrellas marinas que exploran soluciones complementarias.

Medidas de conservación y vías de solución

La respuesta pasa por combinar herramientas y aplicarlas con ambición. La expansión de áreas marinas protegidas bien diseñadas resguarda hábitats clave, permite que las poblaciones se recuperen y genera efectos de desborde que benefician a las pesquerías adyacentes.

Regular de forma estricta la pesca y combatir la pesca INDNR (ilegal, no declarada y no reglamentada) es esencial. Es prioritario reducir capturas accesorias con artes más selectivas, cierres temporales y dispositivos excluidores que eviten el enmalle de tortugas, cetáceos y tiburones.

La lucha contra la contaminación plástica exige eliminar plásticos de un solo uso, mejorar la gestión de residuos y fomentar la economía circular. Reducir vertidos y depurar mejor limita la entrada de contaminantes químicos que se acumulan en la cadena alimentaria.

La mitigación del cambio climático —transición a energías renovables, eficiencia y descarbonización— es la palanca más decisiva a largo plazo. En paralelo, la restauración de manglares, marismas y praderas marinas favorece la captura de carbono azul y la resiliencia costera.

Invertir en investigación y monitoreo proporciona datos para ajustar medidas, evaluar resultados y anticipar impactos. La educación ambiental y la concienciación pública movilizan apoyo social, imprescindible para sostener políticas ambiciosas. Recuerda que el Día Mundial de los Océanos (8 de junio) es una oportunidad anual para amplificar estos mensajes y exigir acción.

Organizaciones ambientales como WWF emplean criterios cuantitativos para clasificar el estado de conservación; por ejemplo, reducciones del 50% en una década pueden situar una especie en la categoría «En Peligro». Estas métricas permiten priorizar recursos y medir avances con transparencia.

Buceo responsable y turismo que suma

Quienes buceamos tenemos una responsabilidad especial: evitar el contacto con fauna y corales, controlar la flotabilidad y no dejar rastro más allá de burbujas. Centros de buceo comprometidos promueven códigos de conducta, limpiezas de fondos y ciencia ciudadana, integrando la conservación en cada inmersión, como la nueva suelta de caballitos de mar en Xabia.

Plataformas del sector, como Scuba Finders, ponen el foco en la protección de los ecosistemas que visitamos y animan a que cada inmersión sea una experiencia transformadora y respetuosa. Si te apetece vivirlo, puedes reservar tu próxima aventura submarina con operadores que garanticen buenas prácticas y formación.

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Proteger la vida marina exige actuar en varios frentes a la vez y con constancia: blindar hábitats críticos, reducir presiones directas e impulsar soluciones climáticas, mientras cambiamos hábitos de consumo y apoyamos iniciativas y políticas eficaces. Cada avance cuenta, porque del buen estado de los océanos dependen climas más estables, pesquerías sostenibles y la seguridad alimentaria de comunidades enteras.

Bibliografía y referencias generales: los listados de especies amenazadas, las descripciones anatómicas y los datos de distribución y amenazas aquí reescritos proceden de fuentes especializadas, informes ambientales y recursos divulgativos, además de información oficial actualizada, contrastada y adaptada a formato divulgativo.

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